Derecho a la ciudad. La micropolítica desde la periferia, Ciudad Bolívar- Bogotá
Right to the City. Micropolitics from the periphery, Ciudad Bolívar- Bogotá
Sergio de Jesús Lora Montaño
Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Colombia – Correo: tellolora11@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4734-6976
Cómo citar este artículo: Lora, S. (2023). Derecho a la ciudad. La micropolítica desde la periferia, Ciudad Bolívar- Bogotá. Jangwa Pana, 22(3), 1-14. doi: https://doi.org/10.21676/16574923.5015
Recibido: 31/01/2023
Aceptado: 1/09/2023
Disponible en línea: 28/09/2023
Artículo de investigación/Research article
Resumen
Este artículo se centra en el acceso desigual al derecho a la ciudad en los habitantes de la localidad 19 de Ciudad Bolívar en Bogotá, producido por las inequidades sociales que históricamente han acompañado a esta población y que son generadas en parte por los poderes hegemónicos presentes tanto a nivel global como al local, quienes desconocen sus dinámicas y sus particularidades territoriales. Se pretende la reapropiación del territorio a partir de unas capacitaciones o talleres formativos que brinden, por un lado, herramientas teóricas basadas en los postulados de Harvey frente al derecho a la ciudad y otros autores que desarrollan conceptos como acontecimiento y micropolítica y, por otra, prácticas desde sus propias experiencias territoriales a propósito de su trabajo comunitario. Al final se presenta una experiencia significativa del actuar micropolítico con una fundación que viene adelantando su trabajo comunitario en un sector de la localidad desde hace treinta años.
Palabras clave: derecho a la ciudad; micropolítica; periferia; resistencia; desigualdades; fragmentación social; territorio.
Abstract
This article focuses on the unequal access to the right to the city in the inhabitants of the locality 19 of Ciudad Bolívar in Bogotá, produced by the social inequalities that have historically accompanied this population, and generated in part, by the hegemonic powers present both globally and locally, those who are unaware of their dynamics and their territorial particularities. The re-appropriation of the territory is intended based on training and/or training workshops that provide, on the one hand, theoretical tools based on Harvey’s postulates regarding the right to the city and other authors who develop concepts such as events and micropolitics, and on the other hand, practices from their own territorial experiences, from their community work. At the end, a significant experience of micropolitical action is presented with a foundation that has been carrying out its community work in a sector of the town for thirty years.
Keywords: Right to the city; micropolitics; periphery; social resistance; inequalities; social fragmentation; territory.
Introducción
Este documento es un producto del desarrollo de la tesis doctoral Constitución de nuevas subjetividades políticas desde la resistencia micropolítica territorial. Ciudad Bolívar, 2000- 20201, realizada en el marco de la Línea de Poder, Política y Sujetos Colectivos del Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Su propósito es presentar líneas de fuga que permitan garantizar el derecho a la ciudad a los habitantes de la localidad de Ciudad Bolívar.
Ciudad Bolívar es una de las 20 localidades de Bogotá, ubicada casi en su totalidad entre montañas, en la periferia, con cerca de 750.000 habitantes. En este territorio se presentan distintas problemáticas como la fragmentación y las desigualdades sociales, asociadas a la imposibilidad de satisfacer el derecho a la ciudad o a sentirse parte de la ciudad, que propiciaron la formación de numerosas y diversas asociaciones, colectivos y organizaciones barriales.
El fenómeno en estudio está inscrito en el acceso desigual al derecho a la ciudad por parte de los habitantes de la localidad 19 de Ciudad Bolívar. El análisis contempla dos vertientes: por un lado, la imposibilidad de acceder a bienes y servicios y, por otro lado, las restricciones para decidir en la ciudad que esta población quiere construir. En esa medida, se pretende abordar la problemática desde la reapropiación del territorio a partir de unas capacitaciones o talleres formativos en torno a temas de relevancia para las organizaciones y los colectivos sociales, quienes trabajan por las comunidades, con acciones micropolíticas resistentes, no violentas, que potencian la vida y que se materializan en la politización efectiva y consciente de la ciudadanía, tanto del individuo como del colectivo.
El texto se organiza en cuatro sesiones incluyendo la presente introducción; en esta se plantea el problema central, asociado a la no satisfacción del derecho a la ciudad y las desigualdades sociales principalmente; seguido se relaciona el estado del arte y los referentes teóricos, exponiendo unas referencias y posturas conceptuales que guían el ejercicio investigativo en los temas relevantes; la segunda describe la metodología empleada en el trabajo, basada en la investigación acción participativa (IAP) y en las prácticas participativas dialógicas; la tercera expone los resultados del estudio divididos en dos capítulos: el primero identifica tres categorías claves a la luz de los talleres realizados (autonomía/emancipación, el diálogo social y la territorialización), y el segundo presenta el proyecto Jerusalén con Huellas de Mujer como experiencia exitosa, una forma diferente de actuar, incidir y participar en términos de no violencia, en un intento por demostrar que existen formas distintas de pensar y crear otros mundos posibles; y por último, en la cuarta sección se encuentran las principales conclusiones que se derivan de este trabajo investigativo.
Problema
El problema de investigación se centra en el acceso desigual al derecho a la ciudad que se presenta entre los habitantes de Ciudad Bolívar. Históricamente, la fragmentación socioeconómica y las desigualdades sociales han repercutido en esta población en términos de empobrecimiento de la experiencia urbana y precarización de la misma vida. Estas dificultades son causadas, en parte, por los poderes hegemónicos presentes tanto a nivel global como al local, quienes desconocen las dinámicas, las particularidades y las necesidades de este territorio en cuanto a mejores oportunidades para el estudio, el trabajo, la salud, el transporte, la seguridad, la recreación y el esparcimiento, etcétera2.
Ciudad Bolívar es una de las 20 localidades que conforman el Distrito Capital de Bogotá. Se encuentra ubicada en el suroccidente de la ciudad y posee una extensión territorial de 12.998 ha, de las cuales 9.555 pertenecen a la zona rural, y 3.443, a suelo urbano. La urbanización de la localidad inició en la década de los cuarenta, con la parcelación de algunas haciendas, lo que dio lugar a los primeros barrios: Meissen, Lucero Bajo y La María. Una segunda etapa de este proceso se produjo en la década del los ochenta, siguiendo la misma dinámica de parcelación, pero ya en manos de piratas urbanos y con una altísima demanda generada por el desplazamiento interno sucedido en el país producto de la violencia. En 1984 se conformó la localidad de Ciudad Bolívar a nivel administrativo.
A continuación, se presentan algunos datos extraídos de dos fuentes confiables. La primera es la Encuesta Multipropósito de Bogotá 2017, la cual buscó actualizar la información estadística de las condiciones sociales, económicas y del entorno de los hogares y habitantes de la ciudad. La segunda es el perfil económico y empresarial de la localidad presentado por la Cámara de Comercio de Bogotá en el año 2007:
•La localidad 19 de Ciudad Bolívar, para el año 2017, contaba con 731.125 habitantes.
•La tasa de ocupación es del 54,7 %, mientras que en Bogotá es del 55,1 %.
•La tasa de desempleo es del 15,4 %, mientras que en Bogotá se ubica en el 13,1 %.
•El ingreso promedio mensual es de COP 493.167, mientras que en Bogotá es de COP 1.063.144, año 2007.
•El 29,1 % de las personas ocupadas cotizan para pensión, mientras que el 67,9 % no lo hacen.
•Es la primera localidad de Bogotá en número de personas con necesidades básicas insatisfechas, con 97.447.
•El 58 % de la población está clasificada en los niveles 1 y 2 del Sisbén (Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios a Programas Sociales).
•El 75 % de las vías se encuentran en deterioro. De ellas, el 61 % están en mal estado, y el 14 %, en estado regular.
Figura 1. Ciudad Bolívar
Fuente: Observatorio Ambiental de Bogotá.
Dentro del ejercicio de delimitación del problema, se realizó una cartografía social3 con diez colectivos4 de diferentes énfasis de trabajo social y comunitario dentro de la localidad5. Entre estas organizaciones se encuentran Siniambore, que trabaja en temas ambientales con personas vinculadas al reciclaje; Moticrea, quienes realizan asesorías a la comunidad en general y especialmente a personas afrodescendientes o indígenas; la Escuela Popular de Gestores de Paz, cuyas iniciativas se relacionan con el deporte; la fundación Jugando Limpio por Ciudad Bolívar; y Cardio Hip Hop y LiberArte CB, con labores asociadas al arte y la cultura. Asimismo, participaron la Junta de Acción Comunal del sector Paraíso, la fundación Jerusalén con Huellas de Mujer, la Asociación de Usuarios de la Salud y la Veeduría Ciudadana para la Construcción de Obras de Infraestructura Hospitalaria.
Estos colectivos manifestaron sus consideraciones frente a las mayores problemáticas, afectaciones y vulnerabilidades que no permiten la garantía y el goce a plenitud del derecho a la ciudad6. En la tabla 1 se describen los aspectos más relevantes hallados.
Tabla 1. Relatos colectivos
Aspecto |
Consideraciones de los colectivos |
Político |
Muchos de los colectivos de jóvenes, comunitarios, de defensa del medio ambiente y el consejo de sabios coinciden en que no se ven representados ni por el Gobierno distrital ni por el local. Al respecto, manifiestan: “No tuvimos alcalde local en propiedad por tres años, lo que habla del abandono del Gobierno distrital, siempre mirando para otro lado; sin embargo, nos organizamos, nos movilizamos y estamos alzando nuestra voz de protesta en contra de estos gobiernos hegemónicos, estructuras ancladas en el poder. Muchas de nuestras expresiones van en contra de esta dominación ejercida durante años contra nuestra población, la más vulnerable en toda Bogotá” (Colectivos Ciudad Bolívar, 2021). Por otro lado, expresan que “la escasa información y divulgación de los espacios de participación ciudadana tanto institucional como no institucional no permite una representación real de la ciudadanía en los diferentes espacios; estos terminan siendo amañados por políticos y por las mismas entidades” (Colectivos Ciudad Bolívar, 2021). |
Económico |
La mayoría de los habitantes se desempeñan en cargos de bajos salarios, principalmente relacionados con oferta de servicios de limpieza y aseo o vigilancia en otras localidades. En este sentido, afirman: “Encontramos la falta de oportunidades laborales para nuestros jóvenes y la falta de acompañamiento y potencialización de los emprendimientos locales, además de la distribución ni adecuada ni necesaria de los escasos recursos con que cuenta la localidad. Un ejemplo de ello es que en el último tiempo se construyen numerosos parques de bolsillo, llegando a tener hasta tres en un rango de dos cuadras” (Colectivos Ciudad Bolívar, 2021). |
Social-cultural |
Los grupos y representantes de colectividades en la localidad hallan que “Ciudad Bolívar tiene mucho potencial desde lo cultural. La cantidad de organizaciones sociales y culturales sin ánimo de lucro con las que contamos es gigante, siempre queriendo llegar a más población y lograr cambiar un poco la perspectiva de vida de la misma [sic]. Sin embargo, por más lindo que sea el trabajo altruista, trabajar con las uñas, como se dice coloquialmente, es un trabajo arduo, agotador y a veces complejo. Sería muy bueno empezar a trabajar vinculados con la institucionalidad; de esa manera el trabajo es doblemente provechoso ya que las mismas instituciones empiezan a conocer el territorio por el que trabajan pero que no han caminado” (Colectivos Ciudad Bolívar, 2021). También conviene mencionar que Ciudad Bolívar es una localidad receptora de habitantes de todas las regiones del país, que buscan en la capital mejores oportunidades de vida, sumados a la cantidad de migrantes desplazados por la violencia. Las colectividades manifiestan lo siguiente al respecto: “Somos una localidad multicultural. Si miramos las localidades del centro y del norte de la ciudad, estas están llenas de teatros, museos, espacios a cielo abierto para desarrollar cualquier tipo de actividad cultural, incluso social. Estos espacios no los tenemos en Ciudad Bolívar, pese a que somos una localidad con una alta participación cultural en toda ciudad. Eso desmotiva. Mientras los chicos están motivados en hacer arte, cultura, los sacamos de las calles, de bandas o grupos violentos, pero cuando se desmotivan por falta de apoyo u oportunidades, estos, por mucho potencial que tengan, abandonan los grupos y terminan en muchos casos siendo parte de las pandillas y todo lo que esto trae asociado: consumo, peleas, microtráfico, etcétera” (Colectivos Ciudad Bolívar, 2021). |
Ambiental |
Los representantes de las colectividades de la localidad participantes en la cartografía social afirman que “Los principales conflictos ambientales son: la presión urbanística, la minería, entendida como la explotación indiscriminada de los recursos naturales, generando deterioro del paisaje y afectación en la salud y, por supuesto, el relleno sanitario Doña Juana, con sus más de 6.500 toneladas diarias de basura que ingresan al relleno, generando un abandono masivo del territorio, pérdida de la identidad campesina, pérdida de la biodiversidad, contaminación en agua, suelo, aire y demás afectaciones a la salud de los residentes” (Colectivos Ciudad Bolívar, 2021). |
Seguridad |
Los representantes de las colectividades expresan: “encontramos que el microtráfico es el mayor flagelo que azota a la localidad, aunque también se presenta un alto número de hurtos a personas, riñas callejeras asociadas al consumo de estupefacientes y a la ingesta de alcohol” (Colectivos Ciudad Bolívar, 2021). |
Analizando la información proveniente de los colectivos comunitarios, se pudo evidenciar que entre los derechos que se ven más afectados están:
•Derecho a sentirse parte de la ciudad, sentido de cohesión social y construcción colectiva.
•Derecho al ejercicio pleno de la ciudadanía.
•Derecho al trabajo.
•Derecho a la salud.
•Derecho a vivir dignamente en la ciudad.
•Derecho al transporte público y la movilidad urbana.
•Derecho a un medio ambiente sano y sostenible.
Figura 2. Cardio Hip Hop
Fuente: Colectivo Cardio Hip Hop.
En esa medida, se planteó como hipótesis que la configuración de Bogotá se encuentra asociada a un desarrollo desigual para toda la población por diversas condiciones que terminan segregando a ciertas personas tales como la movilidad, las oportunidades de empleo, la educación, el acceso a los servicios de salud, la recreación y el esparcimiento, entre otras. Ese sería el caso de los habitantes de la localidad de Ciudad Bolívar, ubicada en la periferia de la capital, que presenta grandes inconvenientes relacionados con la garantía de derechos y un acceso disímil a los espacios y equipamientos urbanos.
Por lo tanto, esta investigación se pregunta si, conociendo la histórica participación comunitaria que desde los inicios de la localidad ha existido en Ciudad Bolívar, se pueden buscar alternativas para adelantar nuevos procesos de territorialización por medio de capacitaciones a la población. Se trata, en definitiva, de descubrir una forma de reapropiarse del territorio a partir de una resistencia no violenta y de que el derecho a exigir sea el derecho a la ciudad, entendido como la posibilidad de los individuos y de las ciudades de hacerse y rehacerse. En esa medida, se debe garantizar el derecho a un hábitat que facilite el tejido de las relaciones sociales, a sentirse parte de la ciudad, libre de estigmatizaciones, a vivir con dignidad, a la convivencia y a la igualdad de derechos.
Referencias conceptuales
Para establecer la base conceptual, se utilizan como referentes algunos de los trabajos de autores como Harvey, Lefebvre, Mathivet, Borja, Mills, Molano, Veiga, Useche, Martínez, Blase, entre otros, quienes brindan distintas aproximaciones teóricas con las cuales se identifica el desarrollo de esta investigación.
En primer lugar, se considera pertinente presentar cuál es la historia u origen del derecho a la ciudad. Según Mathivet (2009):
El derecho a la ciudad no es una propuesta nueva. El término apareció en 1968 cuando el francés Henri Lefebvre escribió su libro El derecho a la ciudad tomando en cuenta el impacto negativo sufrido por las ciudades en los países de economía capitalista, con la conversión de la ciudad en una mercancía al servicio exclusivo de los intereses de la acumulación del capital. […] El derecho a la ciudad es entonces restaurar el sentido de ciudad, instaurar la posibilidad del “buen vivir” para todos, y hacer de la ciudad “el escenario de encuentro para la construcción de la vida colectiva”.
Se debe tener en cuenta que el derecho a la ciudad no es uno más; es la posibilidad de hacer cumplir los derechos que ya existen: los derechos sociales, políticos y económicos; los de primera, segunda y tercera generación, de acuerdo a las distintas clasificaciones que han recibido. Por eso, este concepto se basa en una dinámica de proceso y de conquista, en el cual los movimientos sociales son el motor.
En esta investigación, entonces, el derecho a la ciudad se entiende como la posibilidad de vivir dignamente, de hacer usufructo en condiciones de igualdad de todos los espacios y de disfrutar de las mismas oportunidades que la ciudad ofrece a sus habitantes. Esta no es una meta trazada en términos utópicos e inalcanzables, sino todo lo contrario: con objetivos alcanzables y realizables desde los movimientos sociales organizados, quienes desarrollan acciones significativas en pro de cambiar el territorio y la vida.
Mathivet (2009) agrega:
Según Borja, el desarrollo y la legitimación de los derechos ciudadanos dependerá de un triple proceso:
•Un proceso cultural, de hegemonía de los valores que están en la base de estos derechos y explicitación de estos.
•Un proceso social, de movilización ciudadana para conseguir su legalización y la creación de mecanismos y procedimientos que los hagan efectivos.
•Un proceso político-institucional para formalizarlos, consolidarlos y desarrollar las políticas para hacerlos efectivos.
•El mismo autor afirma que los actores principales de este proceso no son las estructuras políticas tradicionales del Estado y los partidos políticos, sino los movimientos sociales. Así, el derecho a la ciudad es una respuesta estratégica, un paradigma frente a la exclusión social y a la segregación espacial generado por el neoliberalismo. Es una reivindicación para que la gente vuelva a ser dueña de la ciudad y es un escenario de encuentro para la construcción de la vida colectiva.
Por otra parte, en el libro Urbanismo y desigualdad social, el geógrafo británico David Harvey (1977) presenta su tesis de que, en una ciudad, los procesos espaciales están contenidos en los sociales. En particular, afirma:
Toda teoría general de la ciudad ha de relacionar, de algún modo, los procesos sociales en la ciudad con la forma espacial que la ciudad asume […]. Yo diría que se trata de construir un puente entre los estudiosos con imaginación sociológica y los dotados de conciencia espacial o de imaginación geográfica. Mills (1959, 5) define la “imaginación sociológica” como algo que
permite a su poseedor comprender el escenario histórico más amplio en cuanto a su significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de diversidad de individuos… El primer fruto de esa imaginación… es la idea de que el individuo solo puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio destino localizándose a sí mismo en su época; de que puede conocer sus propias posibilidades en la vida si conoce las de todos los individuos que se hallan en sus circunstancias… La imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de la sociedad… Detrás de su uso está siempre la necesidad de saber el significado social e histórico del individuo en la sociedad y el periodo en que tiene su cualidad y su ser.
[…] Es de suma utilidad contrastar esta “imaginación sociológica” con esa otra cualidad, bastante más difusa, que yo he llamado “conciencia espacial” o “imaginación geográfica”. Esta imaginación permite al individuo comprender el papel que tienen el espacio y el lugar en su propia biografía, relacionarse con los espacios que ve a su alrededor y darse cuenta de la medida en que las transacciones entre individuos y organizaciones son afectadas por el espacio que los separa. Esto le permite conocer la relación que existe entre él y su vecindad, su zona o, utilizando el lenguaje de las bandas callejeras, su “territorio” (Harvey, 1977, p. 16-17).
Entonces, si la imaginación sociológica pone en sintonía al individuo con el conocimiento de significado social dentro de un periodo delimitado, la imaginación geográfica le permite restringir la imaginación sociológica dentro de un espacio o espacios específicos. Es decir, la suma de ambas formas de imaginación produce el efecto de comprender las relaciones sociales de los individuos dentro de un área, que para esta investigación viene siendo el territorio.
Harvey (s. f.) también señala:
La cuestión de qué tipo de ciudad queremos no puede estar divorciada de la que plantea qué tipo de lazos sociales, de relaciones con la naturaleza, de estilos de vida, de tecnologías y de valores estéticos deseamos. El derecho a la ciudad es mucho más que la libertad individual de acceder a los medios urbanos: se trata del derecho a cambiarnos a nosotros mismos cambiando la ciudad. Es, además, un derecho común antes que individual, ya que esta transformación depende inevitablemente del ejercicio de un poder colectivo para organizar los procesos de urbanización (Harvey, s. f., p. 23).
Este artículo asume la definición de Harvey sobre la ciudad, entendiendo que ese intento de los seres humanos por rehacer su “mundo” es la posibilidad real que los acerca a vivir de acuerdo a sus intereses y deseos, según sus necesidades y realidades, sin sentirse “condenados” pero sí facultados a cambiar de acuerdo al interés de la ciudad en la que quieren construir y, por supuesto, vivir.
En la primera parte del libro Ciudades rebeldes, Harvey y Talledos (2015) aseguran que:
se dilucida cómo este derecho a la ciudad supone reivindicar la forma en que se hacen y rehacen nuestras ciudades, puesto que bajo el capitalismo la búsqueda perpetua de plusvalor ―cuyo logro exige a los capitalistas producir un excedente requerido por la urbanización, donde igualmente se necesita la urbanización para absorber el sobreproducto que genera continuamente― ha reconfigurado la geografía urbana, el estilo y la calidad de vida en una mercancía para los que tienen dinero, en un mundo en el que el consumismo, el turismo, las actividades culturales basadas en el conocimiento, así como el continuo recurso a la economía del espectáculo se han convertido en aspectos primordiales de la economía política urbana (p. 689).
Un ejemplo de movimientos sociales que sucede en Colombia, desde la perspectiva de la presente investigación, es la incesante lucha de los pueblos indígenas ordenados alrededor de la “minga”, entendida como una práctica y una representación alternativa que transcurre en un lugar y un tiempo concretos, propiciando la acción colectiva y la movilización política de estas comunidades en todo el territorio nacional.
La Revista Semana (2020) proporciona algunas citas en torno al significado de la minga en estos términos:
De acuerdo con Martha Peralta Epieyú, presidenta nacional del Movimiento Alternativo Indígena y Social MAIS, el significado de la minga “se deriva del conocimiento que tenían los aborígenes sobre el trabajo compartido para el bien común. Es el encuentro donde circula la palabra, se piensa y se construye el Buen Vivir”.
La palabra minga viene del quechua (mik’a), que significa “trabajo colectivo hecho en favor de la comunidad”, según explicó la Fundación Artes Minga. En este sentido, esta organización agrega que la minga “es una tradición precolombina de trabajo comunitario o colectivo voluntario con fines de utilidad social o de carácter reciproco”.
El uruguayo Danilo Veiga (2009), por otra parte, presenta las principales cuestiones relativas a los procesos de fragmentación socioeconómica e inequidades sociales en las ciudades. En su análisis, el autor se enfoca en los fenómenos de globalización y cómo sus diferentes manifestaciones y dimensiones “impactan en diferentes sectores de la sociedad y áreas en contextos de creciente ‘desterritorialización’ de las decisiones económicas y políticas” (p. 193).
Así pues, si se revisan los procesos de reestructuración económica (desindustrialización, privatización, etc.) que se han adelantado en Colombia e incluso en Bogotá, se puede observar que, en efecto, estos impactan en la diversidad social y territorial en la medida en que las comunidades locales están insertas en escenarios de desarrollo desigual y una consiguiente fragmentación económica, social y cultural. Además, las tendencias recientes y actuales del mercado de trabajo ―desempleo, subempleo, informalidad y precariedad―, junto con el descenso o pérdida de los ingresos en los hogares, constituyen factores determinantes de “nuevas formas de pobreza” y “empobrecimiento” que estimulan la desintegración social y la segregación territorial” (Veiga, 2009).
Una vez llegados a este punto, es momento de presentar en los siguientes párrafos algunas ideas y conceptos sobre el término “acontecimiento”, el cual se busca relacionar con nociones como la de “micropolítica” y “resistencia”. Para ese fin, se retoma el libro del profesor Óscar Useche, Ciudadanías en resistencia, cuyos planteamientos se encuentran en sintonía con la propuesta de esta investigación para dar a conocer a las comunidades su derecho a la ciudad.
La construcción de otra perspectiva epistémica para analizar los procesos de resistencia retoma el concepto de acontecimiento señalando que “está ya contenido en la memoria que se actualiza, se difunde por sendas discontinuas, y de él solo se puede dar cuenta una vez ha germinado como potencia aumentada, fundada justamente en las fuerzas que emergen de la diferencia” (Useche, 2019, p. 41). El acontecimiento habla entonces de todo aquello que da paso a otras formas de existir, de construir lo común; otras maneras del encuentro humano, del gobierno, de la producción, del goce, que se fugan de aquellas que han quedado cristalizadas en la imagen y la representación del pensamiento hegemónico o sometidas a él (Useche, 2019).
El acontecimiento alude también a otras formas de ser del pensamiento, que producen una serie de aperturas que hacen posible redefinir los encuentros entre la esfera política, el campo de lo ético y la dimensión estética. Políticamente, es la creación de nuevos campos de poder; éticamente, es la constitución de otras relaciones de verdad que optan por la primacía de la vida, y estéticamente es la apertura a nuevas formas de creación de goce vital (Useche, 2019). En la hegemonía del poder, en cambio, el ejercicio de dominación ―causante de segregación espacial― no permite a los ciudadanos, en este caso concreto de la localidad de Ciudad Bolívar, disfrutar del derecho a la ciudad toda vez que logra afectar las conexiones sociales que se producen en la urbe, en los territorios.
Las nuevas aperturas a otras formas de ser del pensamiento que menciona el profesor Useche (2019), además de las actuaciones constructivas y creativas que menciona Harvey (2013), y que no solo deben de referirse al proceso de planificación, son las que pueden lograr la creación de otras significaciones, con una perspectiva “acontecimental”, con líneas de fuga, como lo mencionaría Useche, que posibilitan la irrupción de nuevas subjetividades con accionar micropolítico. Es, en últimas, una aparición del deseo, como afirmación de esa capacidad de ser, de ese poder transformador sobre el que podría organizarse de otro modo la sociedad (Useche, 2019).
Por lo tanto, lo que se busca enlazar en esta investigación es la necesidad por comprender las relaciones sociales en un espacio dado. Luego, sobre esa base y a partir de las experiencias desarrolladas por los colectivos comunitarios, sociales y culturales mencionados anteriormente, se deberían poder establecer otras significaciones que logren potenciar el devenir hacia nuevos espacios sociales en los que se promuevan la heterogeneidad, la vida.
Las autoras Martínez y Martínez (2021) aseguran que, “ante el vertiginoso influjo de las políticas macroeconómicas, en la esfera gubernamental se han instalado formas de control y regulación que cooptan los modos de ser sujetos, sus formas de pensar y hacer para conducirlos hacia las lógicas del capital” (p. 47). También señalan que, frente a este escenario, en la región latinoamericana han emergido una multiplicidad de experiencias vivas construidas en el territorio por comunidades y sujetos colectivos, que se reconocen como alternativas a las lógicas capitalistas. En consecuencia, hoy existen experiencias de praxis que reivindican el pensamiento subalterno y que asumen el territorio como un espacio propio de micropolítica. Se puede hablar de “multiterritorializaciones” desde donde se ejercen resistencias, se producen espacios de subjetivación y de transformación social por fuera de los contextos de dominación (Martínez y Martínez, 2021).
Blase (1991) define la micropolítica como
una estrategia de resistencia al poder hegemónico, lo que no es necesariamente pensada en términos violentos. Se lucha entonces en lo micro, porque es allí donde más se reproducen las formas fascistas del capitalismo. Es una política a pequeña escala antiinstitucional que tiende a disminuir la importancia de lo macropolítico, ofreciendo herramientas para llegar a la emancipación más allá de las formaciones sociales. Se refiere al uso del poder formal e informal para los individuos y los grupos a fin de alcanzar sus metas (p. 84).
Finalmente, la concepción de las resistencias sociales se basa en la primacía de la vida y en la afirmación de que “la vida misma es resistencia”. Para entender esto, es preciso descartar la idea que circunscribe la resistencia a una mera oposición, encasillándola en una lógica binaria que pretende que todo acto de esta índole se da en referencia a un enunciado hegemónico (el sistema, el capitalismo, la dominación) y que, por tanto, se define por su capacidad de estar en contra. En cambio, Useche (2019) interpreta la resistencia como “un impulso vital y, como tal, está ligada profundamente a todos los procesos productores de vida” (p. 56).
Las comunidades en resistencia pueden ser, por ejemplo, los Caracoles zapatistas en México. Este proyecto está orientado a presentar nuevas formas de pensar y de hacer en relación con las luchas históricas sostenidas por los pueblos indígenas y, en general, con las minorías de todo el planeta: mujeres, afros, comunidades con orientaciones sexuales diversas, etc. La iniciativa abre así nuevas posibilidades de resistencias y de autonomía de los pueblos indígenas de México y del mundo, incluyendo a todos los sectores sociales que luchan por la democracia, la libertad y la justicia universal.
El proyecto de los Caracoles zapatistas se concreta al convertir las luchas por la autonomía en redes de pueblos independientes. Su objetivo es crear con las comunidades, por las comunidades y para las comunidades, organizaciones de resistencia que desde ahora formen mallas a la vez articuladas, coordinadas y autogobernadas que les permitan mejorar su capacidad de contribuir a que otro mundo sea posible. Para ello, presentan dos lógicas combinadas: “la construcción del poder por redes de pueblos autónomos y la integración de órganos de poder como autogobiernos de los que luchan por una alternativa dentro del sistema” (González, 2003, p. 18).
Todas estas cuestiones que se han venido tratando ―el acceso desigual al uso del espacio urbano, las resistencias micropolíticas para generar otras posibilidades de ver y vivir el mundo― se hacen tangibles dentro de una dimensión espacial, es decir, dentro del territorio, donde se producen y reproducen todo tipo de relaciones sociales, políticas, culturales, ambientales, etc. Por esta razón es preciso ubicar este estudio en el enfoque territorial, que según Lora (2019)
Nos permite enfatizar en las capacidades locales y las potencialidades del territorio, ya que estas expresan la historia, los hábitos y las aspiraciones de una sociedad local particular. El contenido social de los territorios radica en la construcción y movilización de los recursos con que se cuenta, en el crecimiento de las capacidades de la población y en su articulación a procesos innovadores con una orientación sustentable. La capacidad de la población para construir y movilizar sus recursos representa el potencial de cambio y crecimiento de un territorio (p. 17).
Materiales y métodos
En el transcurso de la presente investigación se utilizaron prácticas participativas dialógicas para construir cartografías y análisis cualitativos desde la perspectiva del pensamiento crítico, implementando de manera concreta elementos de la racionalidad comunitaria y retroalimentando con los colectivos resultados parciales y finales. Como metodologías referentes ―pero no las únicas― para adelantar esta labor, se emplearon la acción-investigación y problemas de las minorías sugerida por Kurt Lewin y la IAP presentada por Fals Borda.
Las comunidades en la localidad de Ciudad Bolívar, a raíz de sus innumerables problemáticas, han encontrado en la organización comunitaria una forma de exigir sus derechos de una forma más eficaz. Sin embargo, la influencia de este tipo de agrupaciones, si bien no ha desaparecido, se ha visto reducida con el pasar de los años. John Hames Cardona (2016) ilustra este fenómeno a través del caso del barrio Jerusalén, un asentamiento informal de lotes vendidos por piratas urbanos donde por medio de la solidaridad y la organización la comunidad logró acceder a servicios públicos domiciliarios, centros de salud, colegios, vías pavimentadas, etc., aunque al día de hoy, treinta años después de haber iniciado esa justa lucha, se encuentra con un escenario de apatía por la defensa de los derechos colectivos.
Lewin (1988) menciona al respecto que
existe gran cantidad de buena voluntad, de disposición para afrontar los problemas claramente y para resolverlos realmente. Si esta cantidad de buena disposición pudiera transformarse en acción organizada y eficiente, no habría peligro […] ahí exactamente es donde reside la dificultad. Estas personas ansiosas no ven salida […] en tres puntos: 1) ¿Cuál es la situación actual? 2) ¿Cuáles son los peligros? Y 3) lo más importante de todo es: ¿Qué vamos a hacer? (p. 229).
No obstante, también es cierto que hoy se está poniendo sobre la mesa nuevamente la discusión sobre la situación actual de la localidad y qué peligros enfrentan. De hecho, se encuentran acciones bien intencionadas entre las que se manifiesta un elemento común: descubrir nuevas formas o significaciones para incidir y transformar el territorio.
La IAP se utilizó para adelantar parte de este trabajo investigativo, con un enfoque en lo práctico y en los procesos deliberativos. De ahí la importancia de una labor coconstruida con los colectivos, desde la definición de temas, lecturas y demás hasta la manifestación de las categorías emergentes.
Para recolectar información se partió de una cartografía social realizada con distintos colectivos políticos, sociales y comunitarios de la localidad de Ciudad Bolívar. Esta tarea constituyó un intento por precisar las problemáticas más sentidas para la población, asociadas principalmente a lo político, la seguridad, lo cultural, la movilidad, la salud, etc. De igual forma se buscaba tener presente cómo las mismas comunidades perciben estas dificultades.
Una segunda fase fue el proceso de capacitación, desarrollado por medio de talleres formativos que tenían por objetivo reconocer las realidades de la población que habita en el territorio. Estos encuentros se realizaron en el barrio Tanque Laguna, sector Paraíso, donde se facilitó el salón comunal para realizar el trabajo.
En total, se realizaron ocho capacitaciones en torno a cuatro grandes temas:
Estos temas se definieron conjuntamente con los colectivos, así como las lecturas utilizadas para el desarrollo de los talleres. De tal modo, el formador enviaba vía correo electrónico y con anterioridad el material que se iba a tratar. Luego, a vuelta de correo los colectivos presentaban observaciones o preferencias que ayudaban a definir la o las lecturas finales.
La dinámica de las capacitaciones consistía en la presentación de una teoría asociada al tema que se iba a tratar, para luego realizar ejercicios prácticos utilizando el propio territorio, las vivencias de los mismos participantes y las situaciones donde se evidenciaban afectaciones o vulneraciones a los derechos de la ciudadanía. El fin de estas actividades era asimilar de mejor forma los conceptos que se estaban trabajando.
En algunas ocasiones se contó con el acompañamiento de la Subdirección Local de Integración Social, actor gubernamental con más presencia en la localidad y que atiende toda la política social, los comedores comunitarios, los jardines infantiles, las comisarías de familia, los centros de desarrollo comunitario y, en fin, toda la oferta institucional para los más vulnerables. Ahora bien, por las condiciones de fragmentación socioeconómica y de accesos desiguales, la prestación de estos servicios se caracteriza por unas interminables listas de espera. Un ejemplo es el ingreso al bono del adulto mayor, donde en la actualidad se atienden a cerca de dieciséis mil adultos mayores y se tiene una lista de más de cuatro mil en espera.
Durante la última capacitación, en particular, se realizó una encuesta para medir el nivel de apropiación de los conceptos por parte de los participantes y para evaluar el desarrollo de los talleres formativos entre doce miembros de los diferentes colectivos. Los resultados de este instrumento fueron muy satisfactorios por el alto nivel de apropiación que demostró la ejemplificación de situaciones cotidianas presentes en el territorio.
Aspectos éticos
Lo primero que se quiere mencionar es que este trabajo se realizó siempre bajo las normas de respeto a todas las formas de vida presentes en el territorio: personas que se involucraron, colectivos sociales, comunidades, investigadores amigos y cada una de las personas que se vio afectada por la intervención. En todo momento se buscaron, dentro de acciones de no violencia, formas nuevas de incidir positivamente en el territorio, en un intento por mejorar las propias condiciones de vida de cada uno de los habitantes.
Asimismo, el grupo de trabajo se vinculó con la defensa medioambiental del territorio, buscando evidenciar problemáticas ambientales como la generada por el relleno sanitario Doña Juana o el parque minero, a fin de lograr detener los daños producidos por estos agentes. Por un lado, se plantearon exigencias para que se controle la explotación minera y cese la operación del relleno sanitario y, por otro, se realizaron solicitudes a la institucionalidad demandando retribuciones para todos los modos de vida presentes en el territorio que han visto afectada su salud, su suelo y, por ende, su economía toda vez que la erosión del territorio ha repercutido en esta comunidad principalmente agrícola, que ve sus cultivos perjudicados por la filtración de lixiviados y otros agentes contaminantes.
Resultados
Categorías emergentes
En primer lugar, se debe reconocer la importante acogida que tuvo este esfuerzo de investigación adelantado en la localidad 19 de Ciudad Bolívar, que contó con la participación de más de diez organizaciones comunitarias, colectivos de jóvenes, organizaciones barriales, el consejo de sabios de la localidad, veedurías ciudadanas, asociaciones de mujeres, juntas de acción comunal, la Subdirección Local de Integración Social (actor gubernamental), etc., de diferentes grupos etarios. Se trata de ciudadanos que realizan su trabajo social-comunitario ―o sus luchas, como prefieren llamarlo― desde una diversidad de temas; por ejemplo, la movilidad, el medio ambiente, la educación, la salud, la cultura, el deporte, entre otros.
Producto de las capacitaciones y del diálogo permanente con los distintos grupos participantes y la comunidad en general, en la encuesta aplicada al final de la formación (figura 3) emergieron unas categorías que permiten valorar el resultado de la intervención realizada en cuanto a la asimilación y apropiación de los nuevos conceptos. De igual forma se recogieron algunas reflexiones en torno a estos ejercicios participativos en función de la nueva apropiación o reapropiación del territorio y de esas otras formas de incidir en este, que abren el camino en busca de alternativas en pro de mejorar las condiciones de vida, tanto en lo individual como en lo colectivo.
Figura 3. Categorías emergentes
Fuente: elaboración propia. Lora, Sergio (2022)
Las categorías emergentes son:
La reapropiación del territorio: experiencia significativa
Experimentar es actuar, trasladar de la ficción a la acción, concretar las posibilidades de transformar la realidad. Es un proceso que supone traer nuevas significaciones, maneras distintas de ser, de pensar y de actuar. Así, mediante la experimentación de otras formas de lucha se van generando movimientos que dan lugar a mundos desconocidos, donde la configuración de nuevas prácticas y modos de pensar sacude los modos de vida tradicionales y reinventa las relaciones, las conexiones y la forma de existencia. Esto es, precisamente, lo que destaca a la experiencia significativa escogida para presentar la resistencia micropolítica aplicada desde el territorio: “Jerusalén Con Huellas de Mujer”.
Esta fundación de la localidad de Ciudad Bolívar se constituyó en 1994, trece años después de que su fundadora, doña Carmen Hernández, llegara al barrio Jerusalén en 1981. En sus inicios, esta organización realizó trabajo comunitario y gestiones en las distintas instancias gubernamentales de los órdenes local y distrital en pro de mejorar tanto las condiciones de vida propias como la de sus vecinos. En esa medida, exigían garantías para la prestación de servicios de salud, de educación y de transporte, y a su vez auxilios que fomentaran emprendimientos o capacitaciones en áreas técnicas que posibilitaran una forma de ganar el sustento diario de sus familias (C. Hernández, comunicación personal, 13 de marzo de 2022). En la actualidad, participa en el CAMI local (puesto de salud) y lo fortalece, promueve acciones que mitiguen los altos índices de violencia contra las mujeres de la localidad y además genera intervenciones que reivindican a la mujer como un ser natural y sujeto social, político y económico.
Por todo lo que ha venido desarrollando esta fundación desde hace casi treinta años y por su interés en crear otros mundos posibles para su comunidad, otra forma de actuar y de relacionarse con los demás desde el territorio, cabe considerar que es una organización que reúne lo necesario para ser considerada como una experiencia de resistencia micropolítica que transforma vidas sin ejercer maneras violentas.
Discusión
Como resultado de la investigación, se puede concluir que necesidades de vida tales como educación, salud, vivienda o trabajo, presentes en el área desde sus inicios, fomentaron la organización comunitaria. Sin embargo, aún persiste un acceso desigual a estos servicios entre los habitantes de Ciudad Bolívar, así como una inequidad en el poder de decisión en cuanto a la urbe en la que quieren vivir. Por lo tanto, se busca una nueva forma de reapropiarse del territorio, con prácticas no violentas ejercidas desde la micropolítica sugerida por Blase (1991).
Frente a esta realidad se pretendió, con éxito, adelantar unos talleres de formación que les permitiesen a los colectivos de la localidad conocer, entender y apropiarse de conceptos claves alrededor de las problemáticas que afrontan en su quehacer diario. Igualmente se establecieron claridades y precisiones frente al derecho a la ciudad, la micropolítica resistente y el trabajo con enfoque territorial. Estos conceptos fueron asimilados de buena forma por las organizaciones participantes de los encuentros y puestos en práctica en cada una de ellas.
Se realizó un aporte en relación con una forma diferente de asumir el territorio y sus relaciones tanto sociales como espaciales. Además, se concretaron nuevos acercamientos con la institucionalidad a fin de elaborar desde el territorio acciones en pro de satisfacer las necesidades de los habitantes de la localidad y, en suma, los derechos humanos.
Contribuciones del autor
Sergio de Jesús Lora Montaño: investigación y redacción.
Declaración sobre conflictos de interés
Esta investigación no ha sido influenciada en ninguna de sus fases de desarrollo por agentes externos o siguiendo intereses personales del autor que hayan hecho perder la rigurosidad u objetividad en la obtención de los resultados.
Agradecimientos
Se agradece la constante contribución del Ph. D. Álvaro Oviedo Hernández, quien me acompañó en este proceso como director de tesis del Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Asimismo, se manifiesta que este trabajo investigativo se realiza con recursos propios del autor.
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1 “Este artículo hace parte del proyecto de investigación ‘Constitución de nuevas subjetividades políticas desde la resistencia micropolítica territorial, Ciudad Bolívar, 2000-2020’, el cual se encuentra en curso en la Línea de Investigación en Poder, Política y Sujetos Colectivos del Doctorado en Estudios Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá. El mencionado trabajo investigativo se financió con recursos propios”.
2 Información que se fundamenta en lo establecido por los diferentes grupos de trabajo y la cartografía social realizada.
3 La cartografía social permite manejar la información de una manera dinámica y visual a través del mapeo. De esta forma, ayuda a identificar cómo los actores de la comunidad se relacionan con el entorno y las interacciones que se generan con el contexto y el territorio (Betancurth et al., 2020).
4 El Derecho a la Ciudad: Resistencia y Participación. Ciudad Bolívar 2016-2020.
5 Se brindan algunos correos o direcciones electrónicas de los colectivos que aportaron a la construcción de este documento, quienes con anterioridad a la publicación de este habían dado su consentimiento para hacerlos públicos: colectivocardio@gmail.com; fun.jugandolimpiocb@gmail.com; jerusalensectorparaiso@gmail.com.
6 “El derecho a la ciudad es entonces restaurar el sentido de ciudad, instaurar la posibilidad del ‘buen vivir’ para todos, y hacer de la ciudad ‘el escenario de encuentro para la construcción de la vida colectiva’” (Lefebvre, 1968).