En este número contamos con artículos que hacen evidente la multidimensionalidad de los territorios, incluyendo dinámicas y seres únicos en diversas regiones colombianas, incluyendo el norte, oriente y centro del país, mostrándonos una vez más la diversidad de esta nación y sus espacios de vida. Es común que en ciencias sociales se diferencie entre las nociones de territorio y territorialidad, donde esta última hace énfasis en el hacer y habitar el lugar, o cómo es producido y experimentado el territorio por sus propios agentes, es desde esta idea que presentamos este número.

En la región Caribe al norte de Colombia contamos con dos contribuciones que se complementan y nos dan una idea de los dinámicos territorios de las comunidades indígenas de la Guajira y cómo estas se encuentran con otras sociedades; así el trabajo de Adriana del Carmen Consuegra Ascanio sobre la movilidad del pueblo Wayúu entre Colombia y Venezuela evidencia un proceso de territorialización basado en una comprensión diferente de las fronteras oficiales de los países mencionados, pero a pesar de esto, las autoras dejan ver, cómo las dinámicas económico-políticas, particularmente la llamada crisis venezolana, afectan esta forma de habitar un territorio ancestral, alterando la vida de estos grupos humanos. La materialidad que implica las dinámicas migratorias de pueblos como el Wayúu, propicia relaciones diversas con otras sociedades, dando origen a la integración de mundos-otros que existen, ya no en la frontera binacional, sino entre la realidad y la ficción del ojo moderno, esto lo podemos apreciar con la contribución de Cindy Juliana García Gómez y María Isabel Salazar Bohórquez quienes muestran la influencia de la cultura Wayúu en la obra de García Márquez, en especial Cien años de soledad.

Trasladándonos a la Orinoquia colombiana en el oriente del país, un espacio de grandes llanuras y selvas, Johanna Moreno Romero y Darío Pérez nos hablan de la colonización agraria como un factor fundamental en la territorialización de este espacio, que dio origen y sostiene relaciones asimétricas entre las diferentes sociedades que coexisten en este territorio, con sus consecuentes conflictos socio-ambientales y políticos; para ilustrar esto los autores se centran en el caso de la región del Sarare con comunidades campesinas, dónde realizaron un extenso trabajo de campo.

Hemos pasado por abordar la territorialidad desde la movilidad, la cultura y la economía política; ahora desde la Región de los Andes podemos pensar la territorialidad desde la asociatividad y la productividad en la ruralidad, gracias al trabajo de Luis Felipe Oquendo Tirado, Holmes Rodríguez Espinosa y Rosa Elsa Pérez Peña, quienes presentan un estudio interdisciplinario con cinco organizaciones de productores agrícolas del suroeste antioqueño, donde muestran las relaciones productivas, comerciales y sociales que se tejen en el territorio en torno a los denominados agro-emprendimientos.

Estos cuatro trabajos nos permiten tener una panorámica de las territorialidades, sus agentes, tensiones y futuros en algunas regiones de Colombia. En Jangwa Pana se pueden encontrar más casos que permiten evidenciar esta heterogeneidad del habitar para todas las regiones del país incluyendo la Amazonia y el Pacífico que no fueron tratados en este número, los invitamos también a consultarlos.