Dossier: Constitucionalismo Latinoamericano, Derecho Indígena y Estatal II

Narrativas de autonomía Nasa: el papel de los caciques y del comunitarismo indígena en la colonia[1]

Nasa’s autonomy narratives: the role of the caciques and of the indigenous communitarianism in the colony

Martha Elizabeth Varón Páez
Universidad del Tolima, Colombia
Luisa Fernanda Bríñez García
Universidad del Tolima, Colombia

Narrativas de autonomía Nasa: el papel de los caciques y del comunitarismo indígena en la colonia[1]

Revista Jangwa Pana, vol. 21, núm. 1, pp. 10-25, 2022

Universidad del Magdalena

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Recepción: 14 Junio 2021

Aprobación: 24 Febrero 2022

Resumen: Este artículo presenta los resultados de una investigación sobre las narrativas referentes a los roles desempeñados por los caciques y por el comunitarismo político de los Nasa durante el tiempo de la colonia. El objetivo de esta indagación es rastrear y analizar las formas en las que se han ido construyendo posibles nociones y asociaciones semánticas con el término de autonomía indígena. Es un trabajo de análisis documental centrado en el estudio de textos históricos, políticos e investigativos sobre el periodo colonial. Presta especial atención al análisis de publicaciones de intelectuales Nasa que han escrito sobre la historia política de su pueblo. Este artículo está organizado de la siguiente manera. En primer lugar, presenta un examen de las narrativas sobre la organización precolonial de los Nasa. En segundo lugar, expone las dinámicas conflictivas de defensa territorial indígena durante el tiempo de conquista anterior al dominio español. Tercero, examina el papel de los caciques coloniales y de las dinámicas comunitarias como posibles elementos de cohesión en las luchas políticas y territoriales y en la reclamación por un concepto propio de autonomía Nasa durante la colonia. En relatos sobre las disputas históricas del pueblo indígena Nasa de Colombia, la autonomía surge como reclamo identitario que prevalece en el tiempo. A pesar de las luchas históricas del pueblo Nasa por identificarse a través de la autonomía, este concepto no ha tenido desarrollos homogéneos, ni dentro de su historia, ni dentro de la complejidad de sus concepciones políticas.

Palabras clave: autonomía indígena, comunitarismo indígena, cacicazgo indígena, pueblo indígena Nasa de Colombia.

Abstract: In this article, there is a presentation of the results of an inquiry of the narratives about the roles developed by the caciques and by the Nasa’s political communitarianism during the colonial period. The objective of this inquiry is to trace and analyze the ways in which possible notions and semantic associations with the term indigenous autonomy have been constructed. It is a documentary analysis work centered on the study of historical, political, and investigative documents about the colonial period with a special attention on the analysis of documents written by Nasa intellectuals who have described the political history of their people. First, there is an examination of those narratives about the precolonial organization of Nasa people. Second, there is an examination of the conflictive dynamics of indigenous territorial defense during the conquering period that was before the Spaniard dominance. Third, there is an examination of the role of the colonial caciques and the communitarian dynamics as possible cohesive elements in the political and territorial fights and in the revindication for a proper concept of Nasa autonomy during the colony. In the relates of the historical disputes of the Nasa people of Colombia, the autonomy emerges as an identity claim that prevails along time. Despite the historical disputes of the Nasa people to be identified through autonomy, this concept has not had homogeneous developments in their history, nor inside the complexity of their political conceptions.

Keywords: indigenous Autonomy, indigenous communitarianism, caciques, Nasa people in Colombia.

Introducción

El resguardo Nasa Wesx está ubicado en Gaitania, corregimiento del departamento colombiano de Tolima. La investigación sobre el proceso de paz que la comunidad de este resguardo firmó con las FARC en 1996 evidencia que los protagonistas de dicho proceso pertenecientes al pueblo Nasa justifican el éxito político del acuerdo en una larga lucha por la autonomía. Los entrevistados[2] se refirieron a la autonomía como objetivo político y como medio que les ha permitido lograr reconocimientos históricos. De entre estos está la delimitación de los resguardos durante la colonia y, en tiempos más recientes, la consolidación de organizaciones indígenas a nivel regional y nacional. El haber firmado un acuerdo de paz con las FARC, que se ha mantenido y respetado con los años transcurridos, es para ellos resultado de un proceso de autonomía que les permitió negociar asuntos concernientes a las múltiples afectaciones de una guerra ajena que llegó a sus territorios. Asimismo, estas personas manifestaron que la autonomía se constituyó como elemento afianzador para conseguir reconocimientos dentro de la Constitución Política de Colombia de 1991 y, a nivel internacional, del Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas, entre otros logros.

Rappaport (2000, p. 49) sugiere que los Nasa expresan su tradición histórica y recrean sus conceptos a través de una retórica política de imágenes míticas y de rituales en los que se emplea el español y la lengua Nasa-Yuwe. En la práctica, los Nasa interactúan con esta tradición a través de sus instituciones políticas basándose en las visiones históricas. Rappaport sostiene que algunos individuos, dotados de talento y perspicacia especial, articulan cuidadosamente el testimonio oral y escrito con el fin de crear interpretaciones que luego servirán como fuente de la concientización histórica Nasa. Para Rappaport (2000, p. 50), la historiografía Nasa puede analizarse mejor a través de las contribuciones hechas por intelectuales Nasa. Por la permanente situación de marginalidad de este pueblo dentro del sistema colonial y nacional, los intelectuales fueron los únicos capaces de llenar el vacío que existía entre la comunicación oral y escrita al permitir la utilización de un gran número de evidencias procedentes de distintas fuentes y transmitir las interpretaciones históricas de una generación a la siguiente. Estos individuos han sido líderes políticos que propagaron sus teorías a medida que organizaron a sus seguidores y de esta forma fomentaron una activa tradición oral y política. Para Rappaport (2000, p. 51), la transmisión del conocimiento histórico es importante porque contribuye a crear imágenes dotadas de fuerza sobre el pasado que hacen que los Nasa entren en acción.

En los relatos de los Nasa, la autonomía es entendida de múltiples maneras. No obstante, esa multiplicidad de voces propias remite siempre a la lucha ancestral desde tiempos coloniales. Esto obligó a profundizar en el análisis de los posibles significados que de la autonomía se han ido elaborando a lo largo de la historia política de los Nasa. Se hizo necesario revisar dichos relatos para comprender los sentidos de autonomía que se han ido construyendo y deconstruyendo y que en las exigencias contemporáneas se perciben como una polisemia que tiene su origen en su propia historia y en la forma como los intelectuales Nasa y las personas de este pueblo la registran y la hacen pública. Para el análisis, se hizo necesario acudir a investigaciones interdisciplinares y transdisciplinares que integraran indagaciones socioculturales, historiográficas y arqueológicas de tiempos precoloniales y coloniales. También fue necesario transitar por la historia de este pueblo. Se inició este viaje por los relatos sobre una primera etapa identificada en un tiempo previo a la llegada de los españoles. Posteriormente, se analizaron las fases de conquista, de conquista tardía y de colonia, sin olvidar que las interpretaciones sobre las luchas por la autonomía Nasa se han dado en el contexto de la tradición oral colectiva de este pueblo a través de narrativas que muchas veces entran en conflicto con la historia oficial.

Metodología

Para hacer el estudio, se diseñó una estrategia investigativa de análisis documental comprendida en cuatro fases: indagación, análisis, registro y escritura. Durante la fase de indagación, el objetivo fue identificar un corpus. La exploración preliminar se aplicó a un grupo de documentos académicos conformado principalmente por artículos y publicaciones investigativas que fueron tomadas de bases de datos, repositorios y también de bibliotecas públicas de Colombia. Los documentos preseleccionados debían estar centrados en temas históricos clave, tales como la colonia en el occidente colombiano, los Nasa, el departamento del Cauca, Tierradentro y la autonomía indígena. En la fase de indagación no solamente se tuvieron en cuenta los temas, sino también los autores. Se comenzó por una pesquisa cuidadosa de publicaciones escritas por los miembros del pueblo Nasa, especialmente de intelectuales e investigadores contemporáneos sobre temas históricos ligados a sus luchas políticas. Seguidamente, se hizo el mismo ejercicio con publicaciones escritas por investigadores colombianos y extranjeros no pertenecientes al pueblo Nasa.

Para la segunda fase, se trabajó con lectura estratégica tipo skimming, en la que el propósito se centró en hallar las discusiones e ideas principales de los textos, en los tiempos descritos, en palabras clave y en detalles que proveen información general y esencial en cada documento. Una vez concluida la etapa de lectura tipo skimming, se procedió a desarrollar lectura estratégica tipo scanning con el fin de extraer de los textos información específica que fuera incluida en el estudio y que pudiera ser cruzada cronológicamente. El ejercicio de análisis se centró en la búsqueda de representaciones, descripciones, irregularidades, esquemas, modelos, repeticiones y vacíos con los cuales se pudiera realizar una lectura comparativa, así como una validación, cruce y triangulación de la información.

Concluida la indagación y el análisis, se procedió a la fase de registro y valoración en el inventario resultante de la elaboración de esquemas, líneas de tiempo, fichas de lectura y memos analíticos como estrategias para registrar la información. Una vez terminada la fase de registro y organizada la información cronológica por ejes temáticos, se procedió a la última fase que correspondió a la escritura aquí presentada.

El cacicazgo y la autonomía precolombina Nasa

Rodríguez et al. (2008, pp. 38-39) indican que hacia el año 1500 a.C., los grupos del occidente colombiano acogieron una forma de organización jerárquico cacical. En este lapso, el cambio más significativo fue la agricultura permanente. También se dio la producción de bienes manufacturados para las propias colectividades y para el intercambio con otras comunidades. Rodríguez (2017, p. 42) reconoce a la agricultura como el elemento cohesionador que consolidó la vida comunitaria indígena y que trajo como consecuencia la conformación de cacicazgos. El aumento de la población creó la necesidad de establecer asentamientos en sitios que permitieran el aprovechamiento de los recursos naturales. Esto obligó a una multiplicación de las funciones de algunos de los miembros de la comunidad, situación que volvió más complejas las relaciones sociales. Las necesidades de redistribución llevaron a prácticas administrativas creadas para planificar, acumular y distribuir los productos, pero también para cobrar contribuciones individuales, de tal forma que la agricultura se constituyó en práctica primaria que permitió a algunas sociedades pasar de una organización tribal a una con funciones diferenciadas y jerarquizadas.

Melo (2020, pp. 27-28) afirma que para 1500, cuando llegaron los españoles, ya casi todas las comunidades eran agrícolas. Las sociedades más grandes cultivaron terrenos en distintas alturas, lo que no solamente robusteció su autonomía, sino que trajo otros adelantos comunitarios importantes como, por ejemplo, el uso y aprovechamiento de textiles, cerámicas y metales, entre otros. Para Beltrán y Mejía (1989, p.45), los españoles de la conquista se encontraron con dos tipos de organización sociopolítica: los cacicazgos y las confederaciones de indígenas. Melo (2020, p. 26) describe los cacicazgos como aquellas sociedades en las que un jefe, electivo o hereditario, tenía autoridad sobre varias comunidades compuestas de miles de personas. Aunque no existían clases sociales, Melo (2020, p. 26) reitera que había una fuerte desigualdad de rangos entre los que se contaban caciques superiores, caciques menores, capitanes, sacerdotes y chamanes, gente del común, y en algunos sitios, prisioneros y esclavos. Respecto a las confederaciones de indígenas, Melo (2020, p. 28) manifiesta que éstas correspondían a comunidades en las que un cacique superior tenía el dominio sobre decenas o centenares de tribus gobernadas por caciques menores. Este cacique superior coordinaba las guerras para defenderse de sus vecinos y consolidar el poder.

Respecto a la pregunta sobre el tipo de organización económica o política en el territorio de los Nasa, existe un acuerdo en lo publicado por diferentes autores, para quienes, durante la conquista temprana, los cacicazgos correspondían a la organización sociopolítica más notoria en el territorio Nasa. Rappaport (2000, p. 60), por ejemplo, considera que en los documentos del tiempo de la conquista se evidencia un elemento de importancia para analizar: la existencia de una clara organización gubernamental entendida en la figura del cacique, figura fortalecida en tiempos precoloniales. Beltrán y Mejía (1989, p.45) sostienen que, en la región situada en tierras del actual departamento del Cauca y algunas regiones de los departamentos del Valle y del Huila, existían cacicazgos importantes. Esos territorios comprenden las tierras donde habitaban los Nasa a la llegada de los españoles. Rappaport (1980, p.172) y Caycedo et al. (2009 p. 21) plantean que los habitantes de los primeros tiempos de la conquista española no solamente recolectaban frutos, sino que tenían una organización económica cacical y basada en la agricultura.

Rappaport (1984, p. 88) narra que cuando llegaron los españoles, los Paeces, así nombrados por los conquistadores, habitaban las vegas del Valle de La Plata, las riberas del río Páez y en la sierra el curso del bajo Moras. Esta misma autora (2000, p.59) se basa en los documentos escritos por el cronista español Juan de Velasco para señalar que cuando los españoles llegaron a Tierradentro, a mediados del siglo XVI, se introdujeron en una frontera que correspondía a un territorio recientemente colonizado por los Nasa. En 1789 Velasco escribía que, durante la época de la invasión española, existían dos centros de asentamiento Nasa: uno ubicado cerca de La Plata y otro ubicado en Tierradentro. Los indígenas de La Plata eran, según Velasco, menos rústicos que sus primos de Tierradentro. Esto implica que, de acuerdo con Velasco, el asentamiento de La Plata era más antiguo y estaba mejor constituido que la colonia de Tierradentro. Rappaport (2000, p. 60) explica que los asentamientos Nasa en Tierradentro eran puestos fronterizos que tenían su centro político en La Plata, cuya influencia cubría un territorio comprendido desde las laderas orientales hasta los márgenes del bosque tropical interandino, donde habitaban indígenas Timanaes.

Según Rappaport (1984, p. 88), en tiempos tempranos de conquista, existían concentraciones pequeñas de poblaciones dispersas, aunque también existían áreas pobladas más grandes. Rappaport (2000, p. 60) muestra que, en 1575, Aguado describió la mesa de Páez, cerca del pueblo de Wila, exponiendo que se trataba de una población moderna y vistosa en la que se practicaba la cacería, se sembraba y se cultivaba. Tenía asentamientos dispersos, pero también había poblaciones concentradas en lugares determinados, como los ríos y las partes altas de las mesetas, aunque no eran pueblos propiamente dichos. Los habitantes del Valle de la Plata, afirma Rappaport (1980, p.21), no cultivaban tubérculos, es decir, no dependían de cultivos de tierras frías de montaña, sino que vivían cerca de las vegas en tierras cálidas, donde cultivaban maíz y yuca, este último producto de la selva tropical.

Rappaport (2000, p. 60) y Pachón (1996, p. 103) revelan que los asentamientos de Tierradentro, a comienzos de la conquista, eran de naturaleza multiétnica y se extendían por un territorio compartido por Nasas, Guanacas y Pijaos, grupos que pertenecían a distintas familias lingüísticas. En las crónicas de Aguado, estudiadas por Rappaport, se dice que, en la región de Tierradentro, existían tres parcialidades principales o unidades políticas que estaban dirigidas por tres caciques. Sus nombres eran Páez, Suyn y Avirama. Estas unidades políticas estaban ubicadas en localidades que tenían por nombre Avirama, Suyn y Wila. Según Rappaport (2000, pp. 60-61) las crónicas de Aguado muestran que el cacique Suyn vivió en la Cuenca baja del río Moras y gobernaba más de quinientas casas. Páez, por su parte, gobernaba al norte en la parte alta del río Páez. Y, por último, que Avirama dominaba en el sur, en la parte baja del río Páez. Añade Rappaport que probablemente los conquistadores utilizaron como topónimo los nombres de dichos caciques antiguos.

Beltrán y Mejía (1989, p.45) sostienen que los grupos indígenas concentrados en cacicazgos en estas regiones, donde hoy habitan los Nasa, comprendían a los Pubenses, Coconucos, Totoróes, Guambías, Paeces, Guanacas y Pijaos. Los Nasa ostentaban una organización gubernamental y se encontraban en un proceso de reorganización territorial, entrando en guerras con otras comunidades como los Pijaos. Al respecto, Yule (2004, p. 196) declara que, aunque existieron conflictos tribales, no se dio un exterminio total de los pueblos. Por su parte, Pachón (1996, p. 103) y Rappaport (1980, p. 21) aseguran que, de acuerdo con las crónicas de la época de la conquista, los Paeces mantenían relaciones de intercambio de bienes y servicios con otras tribus de las tierras bajas, tales como Pijaos y Yalcones.

Rappaport (2000, p. 62) evidencia que en los documentos coloniales se detalla un orden político similar al de los Incas de Quito y de los Muiscas de la sabana de Bogotá. Tanto Nasas, Incas y Muiscas se caracterizaban por gobiernos organizados en cabeza de caciques superiores. Estos grupos compartían la creencia de que dichas autoridades supremas descendían de dioses y tenían antepasados míticos. Una diferencia entre los caciques Incas y Muiscas con los caciques Nasa es que estos últimos no eran temidos por sus súbditos. Esto muestra algo importante a tener en cuenta: el liderazgo de los caciques Nasa tenía aprobación social. Bajo la autoridad suprema del cacique había otras autoridades cacicales de menor rango que gobernaban las distintas secciones de los asentamientos. Por otra parte, existían los comuneros, quienes eran responsables de administrar las aldeas por tiempos determinados. Asimismo, para Rappaport, los primeros jesuitas que entraron a Tierradentro se encontraron con 24 caciques en la zona baja, entre los que probablemente se incluían caciques menores y principales. La mayoría de estos eran Nasa.

Para Muñoz y Trochez (2012, p. 48), la etapa anterior a la conquista se caracterizó por un fortalecimiento de la autonomía evidenciado en aspectos políticos, económicos y culturales. A través de la autonomía desarrollada en el tiempo precolonial, los Nasa asumieron prácticas religiosas propias, fortalecieron sus valores culturales, sus formas de vida y manejaron el espacio y las proyecciones hacia el futuro. Para estos autores, a pesar de que el avance social y económico en tiempos precoloniales se dio de manera muy desigual, esta etapa fue determinante para la consolidación de las raíces políticas del pueblo Nasa. Dicha desigualdad en el manejo autonómico se dio justamente por factores geográficos que afectaban su supervivencia. Mientras que algunos pueblos vivían distribuidos en grandes familias en la selva, a orillas de los ríos, buscando el sustento por medio de la caza, la pesca y la recolección de elementos naturales, otros que se asentaron en la región andina de Tierradentro se organizaron en tribus y cacicazgos y desarrollaron un sistema económico basado en la agricultura.

Yafué (2011, p. 344) afirma que los Nasa construyeron un concepto propio de autonomía desde antes de la conquista española. Añade que el pueblo Nasa ya existía como una sociedad organizada en términos políticos, ideológicos y económicos. Que tenían una estructura de gobierno, de intercambio comercial y de producción, además de un sistema organizativo de autoridades. Yafué (2011 p. 342) asevera que los conquistadores ignoraron la organización gubernamental y de autoridad que estaba ya muy bien cimentada en la figura del cacique, que ha existido siempre en el pensamiento Nasa.

Yule y Escué (2012, p. 48) registran la autonomía precolombina como un punto de partida preparatorio para la etapa de resistencia durante la colonización española que permitió a los Nasa permanecer como pueblo. Yule (2004, p. 196) también entiende el tiempo precolombino como una etapa de progreso autónomo y argumenta que antes de la invasión y la colonización de América, los pueblos indígenas, y en particular el pueblo Nasa, habían inventado sus sistemas de comercialización, de creación técnica y científica, de ordenamiento social, de valores, de nociones y de cosmovisión autóctona. Es posible sostener que la figura del cacique resulta fundamental en la búsqueda de antecedentes acerca de la formación de un posible concepto de autonomía para el pensamiento Nasa en tiempos prehispánicos y posteriores.

Para Rappaport (2000, p. 59), los modelos históricos Nasa surgidos desde el siglo XVIII y que aún perviven en nuestros días, tienen su origen en el período previo a la invasión española. Para esta autora, los caciques coloniales que recrearon la naturaleza del poder político en Tierradentro utilizaron el recuerdo de sus antecesores precolombinos y diseñaron un modelo de cacicazgo relevante para enfrentar la colonización española. Para Rappaport (2000, p. 60), la organización política fue justamente la que permitió que los Nasa no se rindieran fácilmente a los españoles, pues este grupo resistió a los conquistadores durante cien años. Así también, Espinosa (2009, p. 59) expone que la posterior consolidación y perdurabilidad de los resguardos indígenas de esta región se debe en gran medida a la conformación de los sistemas de autoridad prehispánicos.

El papel de caciques y del trabajo comunitario para enfrentar las guerras de conquista

La conquista española comienza en el territorio Nasa hacia 1536, cuando Sebastián de Belalcázar funda Popayán y comienza el asedio contra los Nasa y los pueblos de los alrededores de Tierradentro. Esta etapa termina con la imposición española, en un proceso de conquista mucho más lento, si se le compara con otras comunidades, y que logra ser consolidado solamente hasta el siglo XVII. Muñoz y Trochez (2012, p. 48) califican al periodo de conquista como un lapso importante de afianzamiento de la autonomía Nasa. Este tiempo, dicen estos autores, se caracteriza principalmente por el duro enfrentamiento de este pueblo contra los españoles durante la conquista y la colonia.

La lucha contra los indígenas del Cauca fue dura, larga y distinta de lo que ocurrió con otras comunidades americanas. Intelectuales Nasa como Yule y Escué (2012, p. 48) reiteran que la colonización significó el deterioro y extinción de la identidad y la cultura de muchos pueblos nativos que en ese tiempo se encontraban en el territorio actual de los Nasa. Así también, Almendra (2017, p. 234) declara que la llegada de los españoles marcó una etapa de resistencia caracterizada por un mal vivir en los territorios ancestrales bajo el dominio de los conquistadores, quienes fueron definidos como enemigos que usurparon sus tierras y su libertad. Para Escué (2011, p. 327) y Pachón (1996, p.104), los sucesos más penosos en la historia de este pueblo acontecieron a partir de la conquista. Ante la llegada de los europeos, los Nasa resistieron ferozmente la implantación de su dominio, haciendo que su imagen de guerreros indómitos persistiera hasta nuestros días. Quiroga (2010, p. 86) explica que la resistencia de los indígenas Nasa durante el siglo XVI determinó el establecimiento de unas difíciles relaciones marcadas por la guerra entre españoles e indígenas. CRIC, ACIN y CCAJAR (2002, p. 33) advierten que el proceso de imposición durante la colonización española fue probablemente más fácil con otras comunidades indígenas.

Cuando comenzó el asedio español, y durante el tiempo de conquista, los Nasa buscaron refugio en lo alto de las montañas. Jimeno et al. (2015, p. 51) identifican a esta práctica de resistencia como “enmontarse”. La ONIC (2003, p. 50) y Rudqvist y Anrup (2013, p. 518) señalan que el aislarse en lugares de difícil acceso ha sido táctica de sobrevivencia desde tiempos de conquista temprana y que se mantiene hasta ahora. Muñoz y Tróchez (2012, p. 48) declaran al respecto que, por la violenta arremetida española, muchos indígenas tuvieron que replegarse a las cumbres de la cordillera central, territorios poco fértiles. La resistencia Nasa para enfrentar la desafiante guerra contra los conquistadores no fue ventajosa para los indígenas debido a la dispersión social dada por la ubicación irregular de los caseríos. No obstante, Rappaport (2000, p. 60) revela que justo las viviendas dispersas asentadas en el territorio fue estrategia usada para imposibilitar el control total de los conquistadores, pues los guerreros vigilaban la llegada de las tropas invasoras desde lo alto de las montañas donde tenían sus casas.

Llama la atención que la dispersión de los asentamientos sea un punto de discusión frente a los resultados de los Nasa en las guerras de conquista. Debe tenerse en cuenta que las derrotas que sufrieron los españoles fueron, en parte, por el trabajo comunitario entre tribus de diversos pueblos. El trabajo colectivo, de hecho, corresponde a una de las identidades políticas más arraigadas de los Nasa contemporáneos. Para Sastoque (2015 p. 6), una de las características principales de los Nasa es el trabajo colectivo o en minga, pues cada individuo debe contribuir al bien común. Para CRIC, ACIN y CCAJAR (2002, p. 33), el trabajo en comunidad, junto con una férrea voluntad, se convirtieron en los factores identitarios más importantes de sobrevivencia Nasa. El trabajo comunitario, aclaran estos autores, fue lo que permitió una voz común de rechazo político materializada en una lucha armada, colectiva y organizada contra los españoles. Rappaport (2000, p. 61), Caycedo et al., (2009 p. 21) y Bonilla, (2015, p. 17) ratifican que, durante la invasión española, los Nasa defendieron su autonomía adoptando una lucha de guerrillas y forjando alianzas de resistencia con vecinos como Pijaos y Yalcones.

Existen diversas versiones respecto a las ocasiones en las que los indígenas Nasa, en trabajo comunitario interétnico, vencieron a los españoles. Un ejemplo de resistencia se encuentra en las narraciones sobre la rebelión de la Cacica Gaitana. Para Yafué (2011, p. 346), los pueblos indígenas del Cauca se inspiran en personajes históricos, destacándose entre estos la figura de la Gaitana, lideresa de los Yalcones, a quien estos pueblos recuerdan como una autoridad encargada de proteger a su gente de la invasión. Navia (2015, p. 23) describe que hacia 1538, la Gaitana dirigió una sublevación interétnica de las tribus que habitaban en un amplio territorio donde hoy se ubican los municipios limítrofes de los departamentos de Cauca y Huila. Esta guerrera cobró venganza por la muerte de su hijo Timanco asesinando al capitán Pedro de Añasco, quien ordenó que quemaran vivo al hijo de la Gaitana en la plaza de Timaná. Martínez (2008, p. 57) y Navia (2015, p. 24) indican que en los relatos Nasa se narra que la Gaitana y su compañero Pijao, el cacique Pigoanza, lucharon contra los conquistadores en las montañas de Tacueyó, al frente de un ejército del que formaban parte unos siete mil Nasa.

De acuerdo con Acosta (2004 p. 275), la Gaitana fue una valiente mujer, quien decidió “defender la vida y su espacio territorial por ser el hábitat de su origen y el futuro de su pueblo mediante la declaración de la guerra armada contra los agresores”. Almendra (2017, p. 234), Escué (2011, p. 330) y Yafué (2011, p. 346) reconocen que la cacica Gaitana representa un elemento de cohesión comunitaria y de motivación histórica en defensa de la tierra. Escué (2011, p. 330) manifiesta que la cacica Gaitana tomó decisiones extremas porque, a pesar de que ella no era Nasa, se articuló a la organización Nasa y decidió con sus caciques y su comunidad que la manera para defender la vida, el territorio y la organización era hacer la guerra. Añade Escué que la Cacica Gaitana hizo la guerra contra los españoles y los derrotó estando en desigualdad evidente. Escué (2011, p. 331) dice que, al analizar la historia de su propio pueblo, los Nasa comprendieron que debían fortalecer la virtud del trabajo colectivo, pues la cacica Gaitana, por su nombre y la configuración de sus actos, encarnaba un centro que movía estrategias de trabajo conjunto por objetivos comunes. Aunque no fue el único momento relevante de resistencia en la historia indígena del Cauca, la rebelión interétnica organizada por la Gaitana representa una referencia histórica muy importante de estrategia comunitaria indígena.

Martínez (2008, p.57) señala que, después de establecida la alianza entre pueblos de la región, se dieron una serie de derrotas a las tropas españolas. Navia (2015, p. 24) añade que Belalcázar, después de fundar Popayán, fue sometido cuando intentó pacificar a los pueblos en resistencia. Sucedió en 1541 en el peñón de Tálaga. Belalcázar logró huir con algunos sobrevivientes hacia el Valle del Cauca, a través de Toribío. Para ese momento, la organización indígena había matado militares españoles importantes y derrotado a las tropas que intentaron doblegarlos. Quiroga (2010, p. 87) afirma que los españoles persistieron en la conquista a través de diversas expediciones. Una de ellas fue adelantada por Domingo Lozano, vecino de Ibagué, quien fue comisionado en 1562 por la Real Audiencia para acabar con los pueblos en resistencia. Pedro de Aguado reseña en detalle dicha expedición diciendo que esta constituyó un primer ensayo de sometimiento indígena con resultados favorables para los españoles, como la fundación de San Vicente de Páez y la distribución de las primeras encomiendas. Martínez (2008, p. 57), no obstante, relata una versión diferente a la descrita por Quiroga cuando expone que los indígenas derrotaron a los españoles en 1562 y que Lozano tuvo que huir derrotado en 1571. Navia (2015, p. 24) sostiene que, en una rebelión en 1571, los indígenas destruyeron San Vicente de Páez, que había sido fundada en 1562 como epicentro de los españoles en Tierradentro. De acuerdo con la versión recogida por Navia (2015, p.24), los españoles insistieron en sus ataques e intentos de colonización hasta 1571, cuando los Nasa, aliados con los Pijaos, destruyeron la ciudad de La Plata, liberaron a los esclavos indígenas y taponaron las vías. Igual es la versión de Pachón (1996, p.104), quien cuenta asimismo que en 1571 los Nasa destruyeron San Sebastián de la Plata y Caloto.

Por otra parte, Rappaport (2000, p. 60) se refiere a los escritos de Juan de Velasco en 1789, quien narra que en 1564 estalló una rebelión en los alrededores de La Plata. Fue organizada por los Nasa que vivían en aquella zona. Aunque sus organizadores buscaron el apoyo de otros grupos indígenas, para esta incursión evitaron una alianza militar con los Nasa de Tierradentro, a quienes no consideraban suficientemente capaces de servir como aliados. Para Bonilla (2015, p. 15), no obstante, La Plata fue incendiada completamente en 1577. Lo expuesto por Bonilla lleva a pensar que, al parecer, los indígenas quemaron La Plata en más de una ocasión, pues Navia (2015, p. 15) y Pachón (1996, p. 104) aseguran que fue en 1571 cuando esta ciudad fue incendiada. De acuerdo con Bonilla, el incendio de 1577 produjo que 900 españoles murieran, luego de lo cual ejércitos nativos taponaron las minas, pues relata Quiroga (2010, p. 87) que las minas constituían el interés principal español. Martínez (2008, p. 57) registra que la toma de La Plata por parte de 25 mil indígenas, la toma y destrucción de Nueva Segovia, la destrucción de Caminitos y finalmente los intentos de toma de Popayán son muestra de la fuerza del pueblo indígena y de los tipos de resistencia colectiva.

Según Bonilla (2015, p. 15), Caloto representa un ejemplo histórico de la lucha indígena, pues fue una población que los españoles trataron de establecer infructuosamente durante 50 años en diversos puntos que sirvieran de frontera con los pueblos indígenas. Según Bonilla, esta tuvo diferentes sitios. Al comienzo la fundaron en Guambía, luego en Pisimbalá, después en Guanacas y posteriormente, por dos veces, entre El Palo y Corinto, pero los Nasa destruyeron esos asentamientos. Esto obligó a los españoles a intentar refundar Caloto en regiones de Toribío e Isabelilla, donde también fue arrasada. Terminaron abandonando esos sitios y la establecieron donde hoy se encuentra. Bonilla aduce que hoy todavía se conserva el nombre de Caloto en veredas de esos lugares como recuerdo de la hazaña indígena. Al respecto, Bonilla (2015, p. 17) revela que las acciones comunitarias indígenas de defensa se caracterizaron por el desplazamiento de los indígenas por la cordillera central, dominando el territorio entre Popayán e Ibagué. Las guerrillas indígenas destruyeron las ciudades de Anserma, Arma, Caloto, Cartago, Ibagué, Roldanillo y Toro y se tomaron los caminos que unían los dos valles, logrando separar a los españoles de Popayán y Quito de los de Bogotá y el resto del territorio.

Quiroga (2010, p. 87) revela que los pueblos en resistencia fueron objeto de continuas expediciones militares que buscaban infructuosamente la derrota y el castigo a los pueblos indígenas. Añade Quiroga que los conquistadores tuvieron que admitir la enorme capacidad de confrontación de estos pueblos, pues fueron vencidos por ellos varias veces. Pero, sobre todo, tuvieron que buscar estrategias militares que les permitieran robustecer el comercio con Santafé y la extracción minera en La Plata y Caloto. Aunque los españoles eran más fuertes que los nativos, militarmente hablando, la estrategia indígena funcionó, argumenta Bonilla (2015, p. 17). Los militares de las gobernaciones de Popayán y del Tolima no pudieron dominarlos. Almendra (2017, p. 234) expone que la alianza de los indígenas de la región duró más de un siglo sin ser vencida. De acuerdo con Melo (2020, p.83), tras las derrotas sufridas, los conquistadores, contando con el respaldo imperial, decidieron aniquilar los pueblos en resistencia. Al capitán Juan de Borja se le ordenó en 1603 iniciar una campaña para exterminarlos. Los guerreros indígenas resistieron fuertemente, atacando e incendiando Ibagué, lo que obligó a Borja a luchar durante más de cuatro años.

Para Bonilla (2015, p. 17) y Quiroga (2010, p. 89) hubo un punto de quiebre en 1607 con la derrota de los indígenas del Alto Magdalena, simbolizada en la muerte del Cacique Calarcá. Esto permitió el comienzo real del dominio español sobre el pueblo Nasa. En palabras de Rappaport (2000, p. 89) es hasta mediados del siglo XVII, que los Nasa vivieron de manera permanente en guerras territoriales pues la resistencia indígena hizo que el proceso de conquista en el territorio tomara más tiempo que en otras comunidades y que se diera de manera más difícil para los españoles. Quiroga (2010, p. 89) identifica a esta época como una conquista tardía porque solamente hasta este tiempo la colonización arrancó con fuerza con figuras de imposición como la encomienda y la mita, mientras que en otros territorios se dieron procesos de imposición más efectivos que permitieron consolidar el dominio español de manera más temprana y pacífica.

A pesar del apoyo español para la guerra de Juan de Borja a comienzos del siglo XVII en territorio Nasa, dicho apoyo se dio solamente debido a las dinámicas particulares de resistencia indígena que obstaculizaron el poder colonial. Es importante analizar el contexto histórico en el que se dieron las condiciones de conquista durante todo el siglo XVI. Velázquez (2018, p. 34) advierte que, al comienzo de la conquista, el interés de la corona española no estaba en patrocinar largas guerras, sino en mantener la expansión territorial para preservar el poder del imperio. En ese panorama surgieron dos estrategias: una cultural y otra política. La estrategia cultural era proteccionista y se centró en la imposición católica en el territorio. En relación con la estrategia política, Velázquez revela que los reyes decidieron repetir en América viejas prácticas feudales europeas para conservar el dominio. Así, se decidió ceder el descubrimiento de los nuevos territorios a particulares mediante capitulaciones, por las cuales se realizaban contratos para compensar a los conquistadores con encomiendas de indios tributarios a cambio de implantar el régimen imperial. Las encomiendas permitían a la corona la fundación de poblados y la expansión del dominio. Para Martínez (2016, p. 178), la encomienda se impuso en América por una idea de usufructo, pues la tierra era abundante, barata y fértil y se daba por hecho que los indígenas debían poner la mano de obra. Ante la imposibilidad del rey de hacer presencia para establecer su poder, se requería de figuras que lo representaran.

Martínez (2016, p. 180) señala que en 1503 se promulgó un instrumento jurídico poco claro en el que no se definieron de manera precisa varios aspectos, entre ellos el número de población indígena que se repartía a los encomenderos, los salarios a pagar, la duración de la encomienda y la administración de los servicios personales a los colonos. A falta de una legislación clara, se usó el sistema de servicios personales en el que el indígena debía prestar favores al encomendero. Esta servidumbre forzada se basó en la idea de que los encomenderos los adoctrinaban a cambio de que los indígenas trabajaran sin derecho a ningún tipo de salario durante varios días de la semana. Las tareas ordenadas a los indígenas eran variadas pues estos trabajaban en minería, construcción de caminos, agricultura y labores domésticas y personales. Cuevas y Castañeda (2019, p. 170) reconocen que, especialmente a comienzos del siglo XVI, el encomendero se constituyó en actor clave dentro del acuerdo tributario entre colonos y corona. El encomendero era jerarca presente en todas las dinámicas sociales. Junto con gobernadores, curas y demás autoridades, el encomendero se movía en un mundo de clientelismos y compadrazgos, en el que se daban intercambios desiguales de favores y servicios. A pesar del espíritu protector de dichas promulgaciones, Valencia (1998, p. 101), Melo (2020, p. 52) y Gutiérrez (1998, p. 310) coinciden en decir que, al no ser obedecidas las leyes, lo que se dio fue un proceso de maltrato, esclavización, violencia y explotación a los indígenas, pues estos hacían todo el trabajo para los españoles y la población indígena se vio visiblemente disminuida.

Rodríguez (2017, p. 81) revela que en 1542 se expidieron nuevas leyes proteccionistas en las que el sistema de encomiendas se vio disminuido. Estas leyes se promulgaron porque la corona recibió denuncias de la violencia y consecuente disminución de la población indígena. En esta nueva legislación, expresa Cuevas (2002, p. 71), se establecía un porcentaje claro de ganancia para los encomenderos correspondiente a la tercera parte de lo pagado en tributo por parte de los indígenas, así como el reconocimiento de un pago de una tercera parte de las ganancias al rey. La otra parte correspondía al pago del cura doctrinero. Asimismo, se ordenaba a los encomenderos concertar el trabajo indígena y pagarles remuneración en dinero, comida y vestido. Martínez (2016 p. 181) indica que esto trajo como consecuencia que, hacia 1550, empezara el declive de la encomienda en las zonas más ricas del imperio como Perú y México. Sin embargo, en la tierra de los Nasa es en estas fechas cuando se empieza apenas a implementar la encomienda, que solo desaparece hasta 1720. Cuevas y Castañeda (2019, p.170) opinan que la encomienda, como expresión de poder colonial, se mantuvo durante un tiempo prolongado porque el espíritu de las leyes se basó en el paternalismo. Como se ha expuesto, estas leyes rigieron en otros territorios mientras los indígenas Nasa continuaban en una feroz resistencia que no permitió a los españoles un dominio total sino hasta mediados del siglo XVII.

Cuevas (2002, p. 74) plantea que las promulgaciones de las leyes mencionadas tampoco fueron respetadas, pues todavía, a finales del siglo XVII, era común que los encomenderos amenazaran, infundieran temor y abusaran de los indígenas. Estos eran obligados a trabajos difíciles y a pagar con mano de obra al encomendero. Jimeno et al. (2015, p. 50) afirman que la encomienda fue puesta en práctica como simple mano de obra forzada y gratuita. A esta práctica esclavista se le define como mita, aunque los encomenderos la disfrazaran como favores al patrón. Rodríguez (2017, p. 94) explica que la mita era una práctica anual de reclutamiento forzado de mano de obra indígena para tareas como minería, agricultura, carga de mercancías y construcción de ciudades. En palabras de Cuevas (2002, p. 75), la mita se utilizó para satisfacer las demandas de mano de obra de tal manera que el éxito financiero de unas ciudades era posible porque había una gran cantidad de indígenas trabajando en mitas.

Muñoz y Tróchez (2012, pp. 49-50) indican que, a través de las mencionadas leyes se crearon las tierras de resguardo destinadas para que los indios basaran en ellas su sustento. Agregan que, aunque el reconocimiento de los resguardos permitió mantener la organización comunitaria del pueblo Nasa, la presencia del encomendero evidenció una clara tensión en la que se distinguían dos extremos contradictorios. Por un lado, los caciques entendidos al interior del pueblo Nasa como su autoridad. Por otro, que los Nasa tuvieran que comprender y aceptar a la fuerza algo fuera de su contexto sociocultural y es que los encomenderos eran nuevos patrones, administradores de sus tierras y dueños supremos de los indígenas. Así entonces, a los problemas cultural, social, político y económico que significaron las exigencias y obligaciones puestas por los encomenderos y las tareas de las mitas, se sumó que los Nasa tuvieron que enfrentar otra presencia impuesta en sus tierras: los curas de la iglesia católica. Pachón (1996, p. 104) relata que fue a los Jesuitas, enviados por Juan de Borja, a quienes se encomendó en 1613 la labor de pacificación de los Nasa. Plantea Pachón que los Jesuitas fueron seguidos por misioneros y más tarde llegaron los Franciscanos. Caycedo et al. (2009 p. 21) sostienen que, en lo relacionado con la resistencia militar organizada por los Nasa, estos enfrentaron a la colonización cultural expulsando en varias ocasiones a órdenes religiosas tales como los jesuitas entre 1613 y 1640. La tarea de convertir al cristianismo a los Nasa no resultó fácil para los conquistadores, pues los Nasa expulsaron también a los franciscanos que llegaron al territorio entre 1682 y 1689.

Sin embargo, los primeros resultados de apaciguamiento se obtuvieron hacia el año de 1640, cuando, a pesar de que se declaraba aún la existencia de indígenas en rebeldía, se inició la dominación española e instituciones coloniales como la encomienda, la mita y la doctrina empezaron a fortalecerse en el territorio Nasa. Pachón (1996, p. 105) agrega que en esta época la encomienda y la mita continuaron la misma labor devastadora que tuvieron las guerras y las enfermedades virales de la primera etapa de conquista. Además, las exageradas condiciones de pago de tributos trajeron una consecuencia entendida en migraciones masivas de indígenas para formar parte de la fuerza de trabajo para construir Popayán y otras ciudades. Otros migraron huyendo en rechazo al dominio español. Espinosa (2009, p. 59) advierte que, producto de la encomienda, durante el siglo XVII los resguardos del macizo colombiano se reconfiguraron, no por tribus originarias, sino que estos tenían una configuración interétnica de poblaciones que habían sido desplazadas o llevadas a la fuerza a laborar a haciendas, encomiendas y mitas lejanas de sus territorios de origen. Valencia (1998, pp. 103-104) relata que los encomenderos del siglo XVI y XVII refundían los pueblos encomendados por otros para sacarlos a trabajar como cargueros en minas. Esto redujo significativamente la población. Los que sobrevivieron al dominio español se asentaron en los valles interandinos y en el pie de monte de la cordillera occidental. Esos fueron lugares que ocuparon estos grupos desde tiempos prehispánicos.

Dice Martínez (2008, p.57) que los actos violentos correspondían a concepciones de justicia por parte de los indígenas. Para Caycedo et al. (2009 p. 21), los Nasa estaban unidos por representaciones simbólicas y míticas. En este sentido, vale la pena insistir en la importancia que tenía el cacique durante en tiempos de la conquista. De acuerdo con Rappaport (2000, p. 64), las casas de los caciques Nasa eran centros del orden cósmico. Ellos presidían ceremonias dando a sus invitados toda la chicha y cerveza de maíz consumida. Tomaban decisiones solamente en época de guerra, mandaban ejércitos o asumían obligaciones diplomáticas. Como comandantes de ejércitos, los caciques llevaban a cabo largos y difíciles ayunos antes de realizar incursiones militares. Caycedo et al. (2009 p. 21) relatan que es frente a una causa común que se tejieron alianzas con el fin de expresar el poder de asociación de los Nasa para defender su territorio, su independencia y su libertad. Estos autores revelan que los Nasa se organizaban en forma de federaciones para la guerra, con ciertas figuras de autoridad que se disolvían al momento de finalizados los enfrentamientos. Los asentamientos eran abandonados después de las guerras, es decir, no tenían carácter permanente.

Castro y Téllez (2018, p. 189) describen que los caciques tenían cualidades tales como sabiduría, conocimiento, autoridad y reconocimiento. Ostentaban emblemas de prestigio porque tenían aptitudes como la coordinación de actividades económicas, prodigalidad, intermediación en conflictos y con las divinidades, liderazgo militar y negociación con el poder imperial. Como figura de poder, el cacique era encargado de llevar las riendas de la comunidad. Yafué (2011 p. 343), como intelectual Nasa contemporáneo, se refiere al reconocimiento de estos mayores aseverando que en lengua Nasa se refieren a ellos como Sat, término que representa a alguien con autoridad mayor e indestructible. Agrega Yafué que el respeto hacia tales mayores en el territorio es primordial, pues ellos son quienes tienen el conocimiento y porque sus actitudes demuestran calidad política para conducir la vida. La formación del Sat, expresa Yafué, no es institucional, sino que es producto de la experiencia, de la vida cotidiana, la motivación y orientación a la comunidad. “Nosotros decimos que ellos son los que van por delante, los que primero vieron el sol”.

Los caciques coloniales y la construcción de autonomía Nasa

Para Ceballos (2011, p. 238), el espíritu protector de las leyes se perdió por malas interpretaciones y malos tratos contra los indígenas, lo que obligó a estos a reclamar la aplicación del pacto colonial del que hicieron parte por el hecho de haber sido sometidos. Así pues, la lucha indígena del siglo XVIII, de acuerdo con Almendra (2017, p. 234), se centró en negociar con el poder colonial. Quiroga (2015, p. 34) señala al respecto que, durante la colonia tardía, los indígenas le otorgaron un nuevo sentido a su propia organización sociopolítica y territorial y convirtieron dicho sentido en instrumento que les permitió recuperar parte de los territorios perdidos durante las guerras. La estrategia de aquel tiempo estaba en que los Nasa reconocían a las autoridades coloniales mientras trataban de ganar autonomía. De acuerdo con el CRIC, ACIN y CCAJAR (2002, p. 33), los Nasa solicitaron el trazado específico de los resguardos, aunque con ello ratificaron su rendición a las autoridades coloniales. El interés principal de los Nasa estaba en mantener la comunidad unida. En este sentido Friede (2020, p. 50) otorga mucha importancia a la propiedad colectiva de la tierra para los Nasa cuando escribe que “en ninguna parte se puede observar mejor la fuerza de la conservación que proporciona la colectividad como en la historia de los resguardos”.

De acuerdo con Rappaport (2000, p. 48), en el siglo XVIII los caciques participaron en la elaboración de los títulos de resguardo, estableciendo así una base política para las comunidades y el reconocimiento Nasa de una autoridad política propia representada en los caciques coloniales, siendo Juan Tama el más destacado. Para Caycedo et al. (2009 p. 21), el fortalecimiento de Tama como líder político y como mito empezó en 1696, cuando Jacinto Moscay de Pitayó, tío de Tama, solicitó a la Real audiencia de Quito que le fuera reconocida autoridad a él y a sus herederos sobre territorios específicos. Así, Tama asumió autoridad sobre cinco pueblos: Pitayó, Jambaló, Quinchaya, Pueblo Nuevo y Caldoso. Esto le permitió conformar una extensa región de dominio llamada Vitóncó, considerada como territorio sagrado pues, allí surgió la figura de Tama como personaje importante de la cosmovisión Nasa. Asimismo, Tama sumó a su poderío los territorios de Wuila y Toribío-Tacueyó, pues su esposa era la cacica en Wila y su compadre lo era en Toribío-Tacueyó.

Para intelectuales Nasa como Yafué (2011, p. 346) y Escué (2011, p. 330), Tama y los caciques coloniales representan un modelo de resistencia pacífica, pues advirtieron la necesidad de buscar vías negociadas de manera inteligente con el enemigo para obtener mejores resultados a nivel territorial y comunitario. Rappaport (2000, p. 59) sugiere que la actuación de dichos caciques estuvo condicionada por situaciones específicas, como el que a algunos indígenas Nasa del siglo XVIII les era posible comunicarse en lengua española, lo que les permitió intervenir de manera importante en el curso de la historia y en la construcción política de un concepto de autonomía ligado a una idea de gobierno y de territorio comunitario propio.

De acuerdo con Muñoz y Tróchez (2012, p. 50), la contribución de los caciques coloniales se centró en la claridad que estos aportaron respecto al reconocimiento de los derechos de propiedad que sobre los territorios debería de ser reconocida por parte del Rey al pueblo Nasa. Agregan estos autores que “los caciques Manuel de Quilo y Juan Tama de la Estrella fueron a Quito ante la Real Audiencia a solicitar que les definieran los límites de los resguardos que los reyes españoles habían decidido devolver a sus súbditos indígenas”. Manuel de Quilo escribió al rey de España reivindicando su calidad de tributarios y solicitando el reconocimiento del derecho de propiedad territorial. Su argumento se centró en alegar que los Nasa eran nacidos en América y, por lo tanto, les debía ser reconocido el territorio como un derecho irrefutable. Caycedo et al. (2009, p. 21) exponen que en este proceso se conformaron en el siglo XVIII cuatro grandes cacicazgos: Toribío, Pitayó, Togoima y Vitoncó.

Para el CRIC, ACIN y CCAJAR (2002, p. 36) el legado dejado por Tama fue útil porque las comunidades aprendieron a usar las leyes en favor de los derechos de los indígenas y para recuperar sus tierras. Estos autores reconocen que el accionar indígena del siglo XVIII debe reconocerse porque, a pesar de que dichas leyes eran creadas por los explotadores, servían para generar reconocimientos legales en favor de los indígenas. Jimeno y Triana (1985, p. 174) explican que, al delimitar los resguardos, Tama dio origen a una reorganización política Nasa, logrando el fortalecimiento de figuras de autoridad indígena como el cacicazgo y el cabildo. Jimeno y Triana (1985, p. 174) y Fernández (2000, p. 4) sugieren que, aunque Tama intervino para que Cristóbal Mosquera y Figueroa renunciara a los derechos de su encomienda en el norte de Tierradentro para poder delimitar los resguardos más fácilmente, también se dice que, al ceder sus derechos, Mosquera y Figueroa exigió que los indígenas trabajaran en sus haciendas en calidad de jornaleros, hecho que se mantuvo hasta 1930. Según Jimeno y Triana (1985, p. 174), los caciques y capitanes garantizaban a los encomenderos el pago de tributos a cambio de mano de obra indígena, hecho que lo hace parecer en complicidad con curas y encomenderos e incorporado a su administración.

No obstante, existen múltiples publicaciones en las que Juan Tama se concibe hoy como un personaje mítico que cambió la historia de este pueblo y como figura preponderante en el fortalecimiento de la autonomía Nasa. Jimeno y Triana (1985, p. 174) plantean que la concepción de Tama como un personaje histórico, líder de la autonomía Nasa, que impulsó las nuevas formas socio políticas de los Nasa, que reivindicó la existencia de los resguardos y el poder central de los caciques,

tiene menos énfasis en la tradición oral actual que su interpretación mítica. En esta se destaca su origen sobre natural como hijo de la estrella, enviado de la deidad del trueno mismo, inspirador de la vocación y práctica chamánica y legitimador del poder del cabildo.

El CRIC, ACIN y CCAJAR (2002, p. 34), por su parte, reconocen que Tama es uno de los mitos más importantes del pueblo Nasa. Se narra que él es hijo de la estrella: Juan Tama de la Estrella. Para Jimeno y Triana (1985, p. 166), Juan Tama tiene hoy talla de héroe cultural.

Según Gow (2010, p. 169), en la tradición oral se cuenta que los chamanes habían predicho su nacimiento, por lo tanto, Tama era esperado. En este sentido, el CRIC, ACIN y CCAJAR (2002, p. 34) se refieren al esclarecimiento de los médicos tradicionales, los cuales aseguran que, durante el tiempo de conquista y colonia, los Nasa tenían sus esperanzas puestas en el surgimiento de un líder. Un cacique que fortaleciera la lucha que este pueblo había estado librando contra los españoles. El nombre de ese cacique era Juan Tama. Para Beltrán y Mejía (1989, p. 29), Tama es muy importante en la comunidad donde es invocado permanentemente en todas las actividades: “el espíritu de Juan Tama nos acompaña”. En las recuperaciones de tierras se refieren a él con total seguridad y plena confianza: “estas tierras son de nosotros porque nos las dejó Juan Tama”. Beltrán y Mejía (1989, p. 30) añaden que Tama no es un ser ausente o lejano, sino que está presente, actúa y fortalece el dinamismo comunitario.

Las polisemias de la autonomía Nasa

Para Rappaport (1980, p. 154), el concepto de autonomía ha sido básico en la definición del territorio Nasa. En palabras de esta autora (1980, p. 155), para los Nasa, ser Nasa se define en relación con lo que no es Nasa. Estos definen su territorio a través de su periferia, la frontera entre la autonomía Nasa y la autonomía ajena. Para los Nasa, territorio y autonomía están íntimamente ligados.

Escué (2011, p. 327), como intelectual Nasa, explica que la autonomía se origina en la práctica común cotidiana. Esta tiene que ver con una búsqueda permanente del bienestar, del equilibrio y de la armonía. La autonomía abarca temas de naturaleza diversa tales como salud, educación, producción de alimentos, relaciones con la naturaleza, lo cultural y lo espiritual. Todo es un conjunto en el que se sustenta la integralidad de su historia como pueblo. La autonomía es entonces “esa satisfacción plena de la vida que ha sido violada innumerables veces”. Escué (2011, p. 321) plantea que, aunque las prácticas culturales ancestrales se han mantenido en la comunidad Nasa, la autonomía es un concepto que ha cambiado debido a las contingencias que dicho pueblo ha atravesado a lo largo de su historia. Para Escué, el concepto de autonomía ha pasado de las guerras sanguinarias contra españoles y criollos hasta la actual resistencia indígena, resistencia que ya empieza a proponer la unión con otros sectores sociales desde la interculturalidad.

Otro intelectual Nasa, Tattay (2012, p. 73), contribuye argumentando que existen dos elementos de fundamental importancia con respecto a la construcción de la autonomía indígena: los factores espiritual y cultural, representados en lo que el autor denomina “claridad y fuerza”. La claridad y la fuerza son componentes que, con la profundización en la cosmovisión de cada pueblo indígena, representan la base del avance hacia la autonomía. La claridad, plantea Tattay, se refiere a “la comprensión que tengamos sobre nuestra cosmovisión, nuestro proyecto político y nuestros planes de vida”. Por fuerza, Tattay (2012, p. 73), se refiere a una organización social que les permita impulsar objetivos propios. Para este mismo (2012, p. 74), uno de los aspectos esenciales en las demandas indígenas tiene que ver justamente con la construcción del concepto de autonomía, siendo esta una noción que incluye elementos claves tales como identidad cultural, gobierno propio y territorialidad. Tattay añade que es muy significativo que la autonomía sea una de las banderas más arraigadas del movimiento indígena, y que aún las organizaciones indígenas regionales o locales menos desarrolladas la defiendan celosamente. Para este autor, la autonomía es un reclamo, un derecho, algo por lo que las organizaciones indígenas han luchado de manera incansable durante mucho tiempo. Para Tattay, la autonomía “no es algo que los indígenas reclaman únicamente para ellos, pues los indígenas consideran que es un elemento que deberían compartir las demás organizaciones populares para que los procesos de cambio social se nutran de sus diferentes aportes”.

Para Molina y Tabares (2014, p. 16), es en la construcción de una educación Nasa propia y de un gobierno propio en donde se encuentra la base originaria del principio de la autonomía, que presupone la emancipación de las gentes del dominio de la iglesia, de los partidos políticos y de los terratenientes. De acuerdo con la ONIC (2003, p. 28), autonomía, territorio y cultura están ligados. Es en las culturas propias donde la autonomía se representa de mejor manera pues, es desde allí que se hace posible organizarse, adaptarse y comprenderse a ellos mismos y a los demás. Añade la ONIC que los territorios no son solamente físicos, sino que traen con ellos el correlato simbólico espiritual y político que se ha convertido en centro de sus cosmovisiones. Asimismo, desde una perspectiva Nasa que también asocia resistencia, autonomía y territorio como sinónimos indisolubles, una mujer intelectual de este pueblo, Almendra (2017, p. 272) reitera que:

Para las comunidades y sus pueblos, con sus constantes luchas, ha sido práctico saber que los verbos resistir y autonomizar van juntos, son compatibles, se necesitan, son recíprocos; pues sin resistencia no hay autonomía y viceversa. Empecemos entonces por repetir e insistir en que la autonomía, al igual que la resistencia, son algo muy sencillo, […] es “vivir como nos gusta y no como nos imponen”. Llevar la vida por donde queremos y no por donde diga un patrón, cualquiera que sea. Pero no podemos vivir la autonomía sin recuperar un territorio. Y no puede haber un territorio sin Madre Tierra.

Valero (2016, p. 12) sostiene que, para los Nasa, la autonomía corresponde a un término que se ha caracterizado por tener múltiples significados construidos históricamente y que tal polisemia se clasifica en tres grandes grupos de acepciones interrelacionadas. Primero, la autonomía remite al afianzamiento del bienestar socioeconómico y a la participación dentro de escenarios políticos de representación estatal. Segundo, se ha consolidado una idea de autonomía Nasa dada sobre la exigencia al Estado y de apertura en formas de gobierno indígena o autogobierno. Por último, los Nasa identifican también a la autonomía con la posibilidad de crear un cambio en el sistema político y en el modo de vida en general, es decir que la autonomía no puede darse dentro del capitalismo y del no reconocimiento de los indígenas. Asimismo, Valero (2016, p. 13) indica que, para la mayor parte del movimiento indígena Nasa, la autonomía comprende vivir de acuerdo con principios, costumbres, tradiciones y la cosmovisión Nasa. Esto quiere decir que se debe vivir de acuerdo con su identidad y bajo el principio de la defensa de la vida, estableciendo y recuperando formas de gobierno ajustadas a sus creencias, regidas por autoridades, sistemas de justicia y sistemas legislativos propios.

Conclusiones

En relación con la construcción de un concepto de autonomía ligado a la historia política de este pueblo, resulta importante destacar que los Nasa suelen resaltar en su tradición oral la idea de un crecimiento autonómico consolidado en un tiempo previo a la llegada de la invasión española. En narrativas contemporáneas de Nasas y de algunos investigadores, hay un factor común respecto a la visión que se tiene del tiempo precolonial y colonial: la conquista española llegó a los Nasa en un momento en que su autonomía se encontraba afianzada desde tiempos precoloniales, lo que les permitió sobrevivir y enfrentar los desafíos que trajeron las guerras de conquista de sus territorios. Las descripciones sobre tiempos precoloniales remiten de manera ineludible a una estabilidad de la autonomía indígena en la que, a pesar de los conflictos tribales, no existió un nivel de violencia y de desarraigo tan cruel como el que vivieron en la colonia.

En relación con el tiempo que corresponde a la conquista tardía y a la colonia, cabe subrayar que existe en los discursos actuales una idea reiterativa de ruptura de la autonomía producto de las dificultades, sufrimientos, aislamientos y guerras vividas por los Nasa durante este tiempo. Para los intelectuales Nasa contemporáneos estudiados, la conquista y la colonia son caracterizadas como los tiempos más crueles de su historia. No obstante, la asociación semántica de ruptura de la autonomía por el desarraigo enfrentado en la colonia no corresponde solo a narrativas Nasa, sino que es reconocida de la misma manera en investigaciones históricas, sociales y políticas.

En narrativas contemporáneas, las acciones de los caciques coloniales tienen gran relevancia en la construcción de la autonomía como concepto histórico transversal en la vida de este pueblo. El siglo XVIII representa una época en la que el sentido de autonomía y de comunitarismo se reconfiguró, se fortaleció y se convirtió en elemento identitario que persiste hasta hoy, sobre el cual se enuncian muchas de sus disputas políticas actuales contra el Estado. Fue en este tiempo en el que las acciones de los caciques coloniales permitieron a los Nasa la delimitación de sus resguardos. Esto trajo dos consecuencias para el tema de interés de esta investigación. Primero, que para algunos intelectuales contemporáneos el siglo XVIII simboliza un renacimiento del poder cacical precolombino que se mantuvo presente y se hizo emergente en el pensamiento político de los Nasa del periodo colonial. En dichas narrativas se reitera que los caciques Nasa de esta época robustecieron en gran medida su influencia sobre el pensamiento Nasa, influencia que se mantiene con fuerza hasta hoy. Segundo, que para algunos estudiosos de la historia Nasa, la autonomía es sinónimo de territorio. El territorio es entendido en la figura del resguardo, como el espacio que los define cultural y socialmente como indígenas y como habitantes autónomos que coexisten con la naturaleza.

A pesar de su rica tradición oral, o quizá por eso mismo, las interpretaciones del pueblo Nasa sobre su pasado y presente se han ido transformando debido a las condiciones históricas que han vivido. Debido a ello, los intelectuales Nasa se han referido a la autonomía de diversas maneras teniendo en cuenta no solamente la historia, sino las reivindicaciones que las contingencias les han obligado a reforzar a través de sus narrativas, luchas políticas y nociones culturales y sociales del territorio. En este sentido, es necesario recalcar que la autonomía corresponde a un concepto que, en algunos casos se evidencia con polisemias interrelacionadas, mientras que en otros se puede probar la existencia de elementos discursivos muy disímiles en sus asociaciones semánticas. Para algunos autores reconocidos como intelectuales Nasa, la autonomía corresponde a una construcción semántica asociada a la fuerza del espíritu y del conocimiento propio de su historia. Para otros, la autonomía es sinónimo del buen vivir entendido como reclamo histórico permanente al Estado. Así, la autonomía es una construcción semántica que corresponde a un estado permanente de actitud frente a la vida, pero al mismo tiempo corresponde a un derecho por el que los Nasa han tenido que luchar a lo largo de su historia. En otras palabras, la autonomía es medio de vida, pero al mismo tiempo es una utopía ligada a un modelo de resistencia pacífica.

Referencias

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Notas

[1] El presente artículo es derivado del ejercicio de pesquisa producto de los objetivos de la investigación titulada: “El acuerdo de paz entre la comunidad indígena Nasa, corregimiento de Gaitania municipio de Planadas, Tolima y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 1996: memoria y testimonio de sus protagonistas”. Código: 340130517. Este proyecto ha sido financiado por la Universidad del Tolima gracias a la convocatoria del año 2018 para grupos de investigación rankeados en Colciencias y se ha inscrito en la línea de investigación Memoria y Construcción de Paz del grupo interdisciplinario de investigación en estudios sobre el territorio. Por tanto, declaramos no tener ningún tipo de conflicto de interés.
[2] Datos extraídos de las entrevistas sostenidas con los mayores líderes Álvaro Ovidio Paya (30 de noviembre de 2018) y Virgilio López, (22 de febrero de 2019), mayores residentes en el resguardo Nasa de Gaitania Tolima. Ellos son reconocidos por ser los principales gestores de la firma de un acuerdo de paz entre el resguardo Nasa Wesx de Gaitania y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Información adicional

Cómo citar este artículo: Varón, M. y Bríñez, L. (2022). Narrativas de autonomía Nasa: el papel de los caciques y del comunitarismo indígena en la colonia. Jangwa Pana, 21(1), 10-25. doi: https://doi.org/10.21676/16574923.4547

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