Sección general

Implicaciones sociomateriales de las tecnologías pesqueras en una comunidad de la Ciénaga Grande de Santa Marta, Colombia[1]

Socio-material Implications of Fishing Technologies in a Community of Ciénaga Grande de Santa Marta, Colombia

Wendy Carrillo Rada
Universidad del Magdalena, Colombia
Maira Alejandra Mendoza Curvelo
Universidad Nacional Autónoma de México, México

Implicaciones sociomateriales de las tecnologías pesqueras en una comunidad de la Ciénaga Grande de Santa Marta, Colombia[1]

Revista Jangwa Pana, vol. 20, núm. 2, pp. 303-324, 2021

Universidad del Magdalena

Recepción: 31 Octubre 2020

Aprobación: 08 Junio 2021

Resumen: El presente artículo es el resultado de una experiencia etnográfica con los pescadores de Tasajeras (corregimiento de Pueblo Viejo-Magdalena) que permitió identificar, entre los años 1960 y 2018, las configuraciones de las tecnologías pesqueras y sus implicaciones sociales y ambientales en esta comunidad. Asimismo, a través del trabajo de campo fue posible reconocer la situación actual de la pesca artesanal y la relación que todos los aspectos anteriormente mencionados guardan con los modelos locales de naturalezas implícitos en los saberes o conocimientos locales de la comunidad. Para llevar a cabo la investigación se organizaron grupos focales y se realizaron entrevistas semiestructuradas, lo que permitió dar cuenta del surgimiento de unos modos concretos de relaciones sociotécnicas entre los pescadores y la Ciénaga Grande de Santa Marta. Esto develó ontologías que ponen de manifiesto la producción y práctica de múltiples ciénagas a partir del ejercicio pesquero.

Palabras clave: tecnologías, ontologías, relaciones socio-materiales, ciénagas.

Abstract: This article is the result of an ethnographic experience with the fishermen of Tasajeras (a township in Pueblo Viejo – Magdalena) that allowed us to identify, between 1960 and 2018, the configurations of fishing technologies and their social-environmental implications in this community. Likewise, through the fieldwork, it was possible to recognize the current situation of artisanal fishing and the relationship that all the mentioned aspects have with the local models of nature, implicit in the local knowledge of the community. Focus groups were organized and semi-structured interviews were conducted that allowed us to observe the emergence of concrete modes of socio-technical relations between this group of fishermen and the Ciénaga Grande de Santa Marta. This unveiled ontologies that disclose the production and practice of multiple ciénagas (swamps) from the fishing exercise.

Keywords: Technologies, Ontologies, Socio-Material Relationship, Ciénagas.

Introducción

Desde la mirada moderna se ha entendido a la naturaleza como un mecanismo encargado de suplir las necesidades materiales de la especie humana, y una entidad que está separada tajantemente de lo cultural. Autores como Descola (2012) enfatizan en que, al no tener en cuenta los modos de relación entre los humanos y lo natural, se ha fortalecido la división cultura/naturaleza, y que el mantenimiento de esta dicotomía sigue generando consecuencias devastadoras en la interacción de los humanos con su entorno. Respecto a esto, Vilardy (2009) asegura que durante el último siglo se han dado cambios trascendentales en la biosfera que han sido causantes de las alteraciones en la ecología de los ecosistemas y de su incapacidad de brindar a los seres humanos los servicios básicos para su bienestar, impidiendo de este modo la sustentabilidad global y local.

Estas alteraciones producto de la separación de la naturaleza y la cultura impuesta por una visión cartesiana de la realidad, han hecho posible la emergencia de diversas discusiones teóricas sobre las interacciones entre lo humano y lo no-humano (Latour, 2007); discusiones que, a partir de fenómenos como el cambio climático y bajo una mirada crítica, plantean que las estrategias dispuestas por los equipos científicos como alternativas para mitigar el deterioro de los ecosistemas están soslayando la existencia de mundos o naturalezas-culturas locales, que a su vez generan sus propias estrategias para adaptarse a la crisis climática (Martínez-Dueñas, 2016). Por lo tanto, si bien estos mundos locales no terminan de integrarse por completo al mundo moderno, tampoco pueden entenderse como intocados por este, siendo percibidos como mundos no [solo] modernos en los que se produce una aprehensión e interacción del mundo en el que se actúa (Escobar, 2000).

La crisis climática ha sido un escenario propicio para los estudios en la pesca por las consecuencias que se han estado presentando en los ciclos hidrológicos por el aumento en las temperaturas y sus efectos en diversos ecosistemas. Esto ha implicado una amenaza para la seguridad alimentaria de muchos grupos humanos que subsisten y dependen de esta práctica (FAO, 2018). Pero, además del interés sobre las afectaciones de la crisis climática en la pesca, estudios recientes concretamente sobre la pesca artesanal se han interesado en la discusión sobre el género (Álvarez-, Stuardo-Ruíz, Collao-Navia y Gajardo-Cortes, 2017), en la que, debido a la creciente participación de las mujeres en el oficio de la pesca, se presenta como oportuna y necesaria la apertura de espacios en los cuales ellas puedan tener una mayor participación política en los planes de manejo pesquero. En países como Chile se cuenta con una red nacional de mujeres dedicadas a la pesca artesanal y, sumado a esto, se encuentran articuladas a una amplia red europea de mujeres que luchan por su reconocimiento en la toma de decisiones para el desarrollo sostenible de esta industria (Álvarez-Burgos, 2020).

Otra de las problemáticas recurrentes en el tema pesquero tiene que ver con los conflictos socio-territoriales y ambientales, así como con sus consecuencias, que pueden estar vinculadas al desarraigo que sufre una comunidad de pescadores que se ve inmersa en procesos de relocalización forzada y que a su vez son producto de dinámicas de urbanización, recreación y valorización inmobiliaria. En el marco de estas problemáticas se perciben las pérdidas de un sustento material articulado a los vínculos simbólicos y culturales que los pescadores generan con el río y en el que, al tratarse de un nuevo espacio público polifuncional, la pesca artesanal tiene efectos en su regulación tradicional, pues esta nueva clase de espacios se articulan mejor con el paisaje urbano que con el territorio sociopesquero (Roldán y Castillo, 2020). Asimismo, estas formas de privatización y normativas establecidas sobre el territorio pesquero convocan a un llamado de alerta sobre el peligro en el que se encuentra la prolongación de la pesca artesanal en escenarios concretos como la Península de Valdés en Argentina. Allí, el estado de esta práctica se ve afectada por la excesiva explotación turística y las construcciones de edificaciones recreacionales en las costas, que están desplazando y despojando al pescador de su territorio. Debido a esta situación se hace necesario poner en el debate a la pesca artesanal como un bien público que se contrapone con la mirada mercantilista e individualista de la propiedad, precisamente porque convoca principios familiares, de bien común y consecuentemente limita los modos de explotación de la naturaleza (Rius y Álvarez, 2020).

La intermediación de agentes económicos o empresarios en los sistemas pesqueros-artesanales es otro asunto abordado en las investigaciones consultadas, dado que este fenómeno remite a las relaciones estructurales diferenciales asociadas al capital. Esto significa que los pescadores permanecen sujetos a las condiciones de los intermediadores porque no cuentan con el suficiente capital para la reproducción de la vida material. No obstante, la persistencia de los pescadores en una relación como esta, particularmente en el litoral del sur Austral de Chile, debe analizarse desde distintas variaciones históricas y territoriales que están arraigadas a una dimensión identitaria y cultural. Por eso, la discusión sobre el tema en cuestión debe orientarse hacia la dimensión político-cultural de la economía de los pescadores, así como a la transformación de un orden económico y social (Saavedra y Navarro, 2020). También hay estudios interesados en los significados que adquieren los lugares a partir de las prácticas pesqueras: un caso interesante se ubica en la Costa Atlántica patagónica, donde la actividad productiva pesquera permite el desarrollo de procesos de reconocimiento y construcciones sociales que dan sentido al lugar y al paisaje. Esto a partir del desplazamiento constante por un camino utilizado por los pulperos para la recolección del producto entre los años 1950 y 1970, que construyó paisajes y lugares en movimientos, con los cuales se establece un compromiso de pertenencia y valoración al medio (Bocco, Cinti, Vezub, Sánchez-Carnero y Chávez, 2019).

En el noroccidente de México, que es una de las regiones con más información científica sobre el tema en este país, una de las discusiones centrales identificadas en la revisión es la necesidad de considerar a la pesca como un modelo socioecológico con sus complejidades y gobernabilidad, más allá de una industria productiva y económica. Ello implica que en el manejo pesquero se aborden aspectos como la marginación de comunidades indígenas pesqueras y los profundos impactos del cambio climático, pues sin lugar a dudas esta actividad involucra todo un sistema cultural y socioeconómico a la vez que modifica los ecosistemas en donde se ejerce (Cisneros-Montemayor y Cisneros-Mata, 2018).

En Colombia, a pesar de que el 50 % de su territorio corresponde a territorio marítimo, parece no haber mucho interés en temas de desarrollo e investigación desde el campo social en comunidades pesqueras. Como consecuencia, esta escasez representa una limitación al momento de profundizar en enfoques teóricos que permitan analizar el contexto social de estas comunidades, invisibilizándolas por completo de los escenarios políticos y económicos del país (Montalvo y Silva, 2009). Sin embargo, algunas investigaciones han permitido reconocer una parte de las realidades, las experiencias, los conocimientos y los saberes que estos actores construyen en correspondencia con su entorno (Del Cairo, C. y García, C., 2010; Gómez, A., 2014; Londoño, W., Baquero, G., y Baquero, A., 2017). Aparece también en el espectro nacional un análisis sobre las relaciones de explotación/dominación en las que históricamente se han encontrado las comunidades pesqueras, permitiendo concebir estas relaciones desde una biopolítica de la pesca. En ella, los discursos creados por los expertos conciben al pescador como un individuo sumido en la pobreza, sujeto y dependiente de políticas de intervención y de desarrollo económico; políticas que determinan transferencias de tecnologías y conocimiento desde un diálogo vertical y no horizontal. Esto indica que la función central de las dinámicas es el disciplinamiento de sus cuerpos a partir de dispositivos concebidos desde una biopolítica para producir a las comunidades pesqueras como sujetos de dominio (Sánchez-Maldonado, 2011).

Esta concepción sobre las comunidades pesqueras hace que estudios locales situados particularmente en la Ecorregión Ciénaga Grande de Santa Marta[2], y desarrollados a partir de una mirada crítica, sean de gran importancia en tanto permiten comprender a estas comunidades desde su territorialidad como formas dinámicas en donde existe una relación intrínseca de lo social con un espacio. De esta manera, el vínculo que establecen los pescadores con la naturaleza está fijado por aspectos de codependencia y coproducción, y cuando estos son quebrantados se genera un proceso de desterritorialización de la comunidad con el espacio que habitan. El caso de estudio desarrollado por Ariza, Rosentiehl y Londoño (2016) es particularmente importante en tanto analiza estos procesos en una comunidad de pescadores de Trojas de Cataca que se vio afectada por la violencia estructural del conflicto armado en la costa norte de Colombia. La comunidad, al ser desplazada de su territorio producto de una masacre, produjo una práctica de reterritorialización desde la que se intentan restablecer los equilibrios transgredidos a causa del hecho violento perpetrado por los paramilitares en el año 2000. Este fenómeno ocurrido en la población citada se da a través de su emplazamiento, y en ese sentido la comunidad del Oasis, que antes era o se encontraba ubicada en Trojas de Cataca, es el producto de una práctica en colectividad y de una estrecha correspondencia con el espacio territorial que habitan. Dicho territorio a su vez estuvo mediado por una serie de componentes entre remembranzas, estrategias, acuerdos y negociaciones que, si bien se encontraban asiduamente en tensión, fueron imprescindibles en la construcción de lugar (Ariza et al., 2016).

El anterior escenario plantea repensar la sostenibilidad de la ECGSM considerando nuevas miradas y estrategias que incluyan los conocimientos locales de las comunidades pesqueras, asociados históricamente a este ecosistema, ya que los marcos elaborados desde la institucionalidad han sido insuficientes. En ese sentido, las estrategias para abordar y hacer posible un horizonte de transformación de esta ecorregión deben ser necesariamente de un corte interdisciplinario que permita comprender de manera profunda los procesos y estructuras de las dinámicas socioecológicas de la Ciénaga Grande y garantizar su funcionamiento y sostenimiento en relación con la carga social y económica de estas poblaciones (Vilardy y González, 2011). De ese modo la visión de los saberes locales puede ser vinculada e incluida de manera intelectual y pragmática a los problemas y aplicaciones de los discursos que giran en torno a la Ciénaga Grande (Silva y Renán, 2011).

Teniendo en cuenta lo anterior, este artículo se fundamenta y da cuenta de la relación que existe entre los saberes o conocimientos locales de los pescadores de Tasajeras[3] y la Ciénaga Grande (Colombia), a partir de dos aspectos centrales: el primero es la descripción y la caracterización histórica de la atarraya, el trasmallo y el boliche, que han sido sistemas de pesca utilizados por los pescadores de la comunidad de Tasajeras durante medio siglo, así como el aspecto económico de los mismos; lo segundo es la intención de comprender la producción ontológica de ciénagas desde los fundamentos de una dimensión sociomaterial. En particular interesan los vínculos entre las dinámicas sociotécnicas y los procesos de cambio frente a modos locales de relación con la naturaleza que los pescadores de Tasajeras generan a partir de sus realidades y saberes a lo largo del tiempo, ya que, de acuerdo con Descola y Palsson (2001), estos escenarios (lagos, ríos y mares) no solo son simples objetos de la naturaleza, sino hechos decisivos en los mapas cognitivos de cada entorno ambiental y social en situaciones cotidianas particulares.

Dicho esto, la ECGSM es un complejo lagunar ubicado al noroccidente del departamento del Magdalena en la zona norte de Colombia, que por su valor ecológico y socioeconómico es calificado como uno de los ecosistemas costeros de mayor relevancia a nivel nacional e internacional[4]. Sin embargo, a pesar de las constantes inversiones económicas y gestiones ambientales destinadas a mitigar su problemática ecológica, no se han alcanzado resultados favorables. Respecto a esto, es importante mencionar que muchos de los estudios desarrollados allí desde las ciencias naturales se han concentrado particularmente en las propiedades biofísicas del ecosistema, relegando el carácter social y las actividades humanas que se conectan en torno a él (Vilardy, 2009).

La diversidad biológica de peces que posee este ecosistema permite la actividad comercial de distintas especies para el mercado local y regional, convirtiendo este escenario en la fuente primordial de la economía del pueblo y constituyendo la pesca artesanal en su actividad productiva esencial. Esto indica que la cotidianidad de la comunidad de Tasajeras está estrechamente vinculada a las dinámicas de este medio acuático, lo que hace posible develar tres elementos que reflejan una fuerte dependencia y arraigo con el entorno: i) el sistema de producción o subsistencia se basa en la pesca artesanal, ii) permite la configuración de modos locales de relación con la naturaleza y iii) permite el tejido de un sistema social y cultural en correspondencia con las interacciones que se tienen con el medio. En palabras de Vilardy (2009), este escenario se concibe como un sistema socioecológico complejo en el que se encuentran integrados el mundo social y el natural.

No obstante, este ecosistema se ha visto amenazado por políticas de desarrollo que en la mayoría de los casos solo han trazado un interés en términos de crecimiento económico de la región, y han desplazado las circunstancias sociales en las que viven las poblaciones asentadas en este lugar. Eso se puede ver claramente en la construcción de la vía troncal del Caribe a mediados de la década de 1950, que generó una crisis ambiental sin precedentes, ya que el cierre de algunos conductos que permitían el flujo de aguas entre el mar y la ciénaga saturó su ciclo normal y perjudicó directamente a las comunidades (no humanas y humanas) que allí habitan.

En los últimos años, la ECGSM ha sufrido preocupantes cambios naturales y antrópicos. Sin embargo, lo que más ha producido afectaciones a su ciclo normal ha sido la construcción de la carretera referenciada con anterioridad, que en conjunto con los monocultivos han alterado drásticamente las dinámicas ecológicas del lugar al producir impactos negativos tanto en sus características ecosistémicas como en la capacidad de brindar servicios indispensables para las actividades de la población local (Vilardy, 2009). Uno de estos impactos se evidencia en la disminución de la oferta biótica, lo que ha implicado que la pesca entre en descenso y como resultado se aumenten las capturas de especies de tallas mínimas (alevinos). Al ser la pesca una de las actividades principales para la subsistencia de los pueblos aledaños a la ECGSM, como Tasajeras, esta actividad no ha quedado exenta de esos cambios, ocasionando configuraciones en las tecnologías de pesca, y en las dinámicas sociales y ambientales que estas implican.

Para el análisis de esta problemática se tienen en cuenta los postulados de la antropología simétrica (Latour, 2005), los cuales plantean que para generar un diálogo entre los conocimientos científicos y los conocimientos otros, el primero no debe considerarse por encima del segundo, más bien se deben contemplar los dos en la misma posición para fortalecer el análisis de la problemática de estudio (Lozano-Borda, Pérez-Busto, Roatta-Acevedo, 2012). Por lo tanto, uno de los pilares de esta investigación fue entender cómo los conocimientos locales generan a su vez modelos culturales de naturalezas y nos proporcionan una comprensión de la situación socioambiental surgida en el ECGSM, particularmente lo que concierne al corregimiento de Tasajeras. De esta manera, la discusión se sitúa en la dimensión sobre la reconfiguración de estos modelos culturales de naturaleza y/o naturalezas sociomateriales (Leal, 2014), a partir de las dinámicas sociotécnicas durante la práctica pesquera generada en la ciénaga; esto con el fin de acercarnos a las implicaciones socioambientales presentes en este escenario. Además, este análisis sobre las formas de cambio es pertinente en la medida en que nos aproximamos de manera exhaustiva a la propia dinámica que da continuidad, circulación y vigencia a la práctica pesquera.

Materiales y métodos

Como el trabajo de investigación consistió en entender cuáles han sido las configuraciones en las tecnologías de pesca empleadas en la Ciénaga Grande por los pescadores de Tasajeras y sus implicaciones socioambientales, el diseño metodológico fue de corte cualitativo y, por lo tanto, se ejecutó desde el enfoque etnográfico. La etapa inicial consistió en un primer acercamiento etnográfico que correspondió a un reconocimiento del contexto político, social, económico y ambiental de la comunidad. Igualmente, se emprendieron recorridos permanentes para llevar a cabo las observaciones que permitieron acceder a las dinámicas de los pescadores de este corregimiento y poder participar de su cotidianidad y rutina en el desarrollo de la actividad pesquera, para llevar a cabo la respectiva recolección de información de primera mano.

Para responder al primer objetivo se organizó un grupo focal con quince (15) personas entre pescadores y habitantes del pueblo. Específicamente, se seleccionaron diez (10) pescadores y otras cinco (5) personas de la comunidad, que aunque no son pescadores viven directamente de la actividad pesquera. Para la selección de los participantes del grupo focal se optó por un rango etario de veinticinco (25) a setenta (70) años, debido a que esta distancia en términos de la edad nos permitiría realizar comparaciones e identificar diferencias en las experiencias de vida relacionadas al ejercicio de la pesca desde la década 1960 hasta la actualidad. Esta fase de la metodología implicó a su vez la elaboración de una línea de tiempo donde se ubicaron acontecimientos importantes vividos en los colectivos pesqueros y la identificación de los momentos en que se dieron las transformaciones en las artes de pesca y las razones por las cuales ocurrieron.

Para alcanzar los datos de manera individual se llevaron a cabo entrevistas de tipo semiestructuradas que dieron cuenta de las nociones, apreciaciones y saberes/conocimientos que los pescadores y la comunidad tienen de la Ciénaga Grande, del ejercicio de la pesca artesanal, de sus cambios en las técnicas y las artes de pesca utilizadas. Estas entrevistas fueron una herramienta muy valiosa para la investigación en tanto nos permitieron comprender de mejor manera la realidad de los actores que se encuentran en el territorio de la Ciénaga Grande (Acevedo, 2015). Como punto de apoyo en la recolección de esta información se desarrolló un taller que contempló una aproximación a las consideraciones generales del grupo focal. En este encuentro colectivo se realizó una cartografía social que permitió diagnosticar el territorio a partir de recursos, situaciones de inequidad o injusticia social, evidenciando las opiniones de los actores y los discursos que constituyen el territorio de la Ciénaga Grande de Santa Marta.

Asimismo, estos instrumentos proporcionaron información para el desarrollo del segundo objetivo que buscó reseñar la situación actual de la pesca artesanal en Tasajeras a través de los conocimientos o saberes locales que la comunidad construye en relación con la Ciénaga Grande. De igual forma, se hicieron registros fotográficos y audiovisuales para validar la información, sobre todo para contextualizar el escenario de la investigación.

Un aspecto importante en las pesquisas, y como parte del cumplimiento del objetivo general de este estudio, fue la revisión bibliográfica y documental desarrollada a partir de una extensa y minuciosa indagación en libros, artículos científicos, prensa y tesis. Este material que se revisó da cuenta, entre otras cosas, de información tanto de la situación de la pesca artesanal a nivel internacional, nacional y local, como de la comunidad de Tasajeras en términos de políticas públicas ambientales, sociales, económicas, de infraestructuras, etc.

Finalmente, se analizó toda la información recolectada con el propósito de alcanzar una comprensión desde las ciencias humanas, principalmente desde la antropología, sobre las implicaciones sociales y ambientales que han generado las configuraciones de las artes de pesca utilizadas por los pescadores de Tasajeras en la ciénaga y los modelos locales de naturaleza presentes en esta población.

Declaración de aspectos éticos

En el marco del trabajo de campo de esta investigación los participantes cedieron los permisos para utilizar las entrevistas y fotografías con fines exclusivamente académicos, a través de la firma de un consentimiento informado.

Resultados y discusión

Tasajeras y el Valle de Cienaguas[5]

La comunidad de Tasajeras (fig. 1) es un asentamiento que basa su modo de producción en la pesca artesanal. Según los datos obtenidos a partir de las entrevistas, en esta actividad se fundamenta la subsistencia de los locales, influyendo directa o indirectamente la economía de la mayoría de los habitantes de Tasajeras. Sin embargo, tanto la extracción de sal en las salinas a las afueras del pueblo, como las ventas de artículos en el peaje[6] ubicado en el corregimiento y otros negocios como las tiendas, refresquerías y las ventas de fritos, hacen parte, en pequeña proporción, de la economía de los pobladores. Además de lo anterior, es importante resaltar que la extracción de sal se da en una determinada época del año y los negocios mencionados, según la señora Pascuelina Ariza, quien vende fritos hace más de quince años, se atrofian si la pesca no está en movimiento. Ella comenta que “el día en que le va mal al pescador, a todos nos va mal” (comunicación personal, 07 de noviembre de 2018), advirtiendo así que el comercio de casi todos los establecimientos devela una dependencia de la actividad pesquera.

Entre tanto, la situación de la calidad de vida no es muy alentadora, ya que tanto el municipio de Pueblo Viejo como el corregimiento de Tasajeras no han podido liberarse de los cinturones de pobreza que rodean a este territorio en general. En los últimos años, los niveles de pobreza han aumentado en un 87 % en el municipio[7], considerándolo uno de los más pobres de todo el país y zona roja de alto riesgo por su condición geográfica. Como consecuencia de lo anterior, el corregimiento es excluido de participar en beneficios de vivienda gratuita para comunidades en condición de pobreza[8] y a su vez cuenta con poco acceso a los servicios públicos domiciliarios. A pesar de este contexto precario, parte de la comunidad ha sabido sortear las penurias en la mayoría de los casos. El corregimiento cuenta con energía eléctrica y gas natural, pero no todos pueden pagar los recibos debido a que estos llegan a un costo alto por la estratificación socioeconómica que depende de aspectos como “la hechura”, es decir, de los materiales con los que se construye la vivienda. No hay acueducto, ni agua potable, por esta razón el agua se suministra a través de unos carros cisterna que venden el líquido a los habitantes. Tampoco existe sistema de alcantarillado y esto ha obligado a los habitantes del territorio a utilizar pozos ciegos o negros como sistema de desagüe, mientras que el servicio de saneamiento básico es insuficiente.

Mapa de la ecorregión Ciénaga Grande de Santa Marta
Figura 1
Mapa de la ecorregión Ciénaga Grande de Santa Marta
Fuente: Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (Invemar, 2010).

Respecto a estas condiciones de vida, Majid Rahnema (1996) indica que la pobreza no siempre ha estado asociada contrariamente a lo que se ha considerado como ‘riqueza’ desde un enfoque capitalista. En muchas culturas alrededor del mundo el término también ha referido a la desposesión de una condición de vida, en tanto la pobreza no debe ser estrictamente determinada por los servicios o la producción de recursos económicos, sino más bien por la condición de bienestar que debe corresponder a los modos de vida de la gente en relación a su ambiente natural. En tal sentido, se considera que lo que realmente la gente desposeída requiere es recuperar la capacidad de organización y uso de sus recursos naturales localmente disponibles. En ese sentido, creemos que en Tasajeras la pobreza no está mediada únicamente por la carencia de recursos económicos, sino que además ha sido producto del abandono por parte de la institucionalidad en cuanto a las decisiones que han tomado los gobiernos nacionales, regionales y municipales de turno. Por ejemplo, se puede considerar en términos de las políticas de desarrollo a nivel nacional (la construcción de la vía Troncal del Caribe, los monocultivos alrededor de la Ciénaga Grande, entre otros) que han afectado tanto el recurso localmente disponible de los habitantes que se emplean de este ecosistema, como el uso de estos.

Como ya se mencionó, históricamente en la ECGSM se han presentado relaciones a diversas escalas entre el ecosistema y los grupos humanos que allí se han establecido, configurando de esta forma no solo las dinámicas socioecológicas/culturales/económicas, sino su propia capacidad de resiliencia, por lo que ha experimentado cambios temporales, geográficos, biofísicos y culturales en su funcionamiento a múltiples niveles (Vilardy y González, 2011). Estas configuraciones en efecto también se han hecho evidentes en la práctica pesquera, y en las tecnologías de pesca utilizadas a lo largo del tiempo por los pescadores en la ciénaga, que de acuerdo con el trabajo de campo realizado son la atarraya, el trasmallo y el boliche. Cada uno de estos sistemas de pesca ha tenido implicaciones importantes tanto en la dinámica pesquera como en las interacciones de los pescadores con la ciénaga, aspectos que serán detallados más adelante.

Del ojal a los peces: produciendo ciénagas, pescando entre ontologías

Los artefactos técnicos no solo han asegurado la existencia material de la vida humana en el planeta; también han contribuido al desarrollo heterogéneo en el proceso de configuración social en el que las interacciones y las relaciones sociotécnicas o sociomateriales se encuentran incorporadas (Rubio-Ardanaz, 1996; Aisbar, 1996), y que para el caso en cuestión se sitúan en la práctica pesquera. Por esto, el hablar de la dimensión sociotécnica implica ir más allá del aspecto económico de la actividad pesquera (Rubio-Ardanaz, 2005); el propósito es aproximarnos a los procesos de cambio de las naturalezas sociomateriales o modos culturales de naturalezas de los pescadores, dadas en correspondencia con las construcciones sociales de las tecnologías pesqueras y su dominio práctico en la realidad del pescador.

Dicho esto, es importante comprender que cada tecnología de pesca se integra a sistemas de conocimiento en concreto. Estas no solo enuncian un comportamiento socioeconómico, sino que además se vislumbra un carácter ontológico en varios momentos prácticos de los pescadores de Tasajeras con la ciénaga, mediados por otros actores no-humanos (además de las redes de pesca) que participan en el desarrollo del ejercicio pesquero, como la canoa, el impulso con vela, la boga o el motor, los vendavales, las corrientes de agua y el aire, la forma de la luna, el tamaño de los peces capturados, entre otros elementos. Si bien estos implican toda una movilización de la práctica aquí descrita, también agencian los procesos cotidianos de toda la población y la apropiación e institucionalización económica de cada uno de estos sistemas de conocimiento.

Estas singularidades ontológicas obedecen a distintos escenarios de la actividad pesquera con sus particulares artes de pesca y los elementos antes nombrados. Eso significa que la producción de ciénagas subyace en prácticas ontológicas concretas. Así, al aludir al mundo del pescador, establecemos una relación desde el término ontología política[9],propuesto por Mario Blaser (2009), entendiendo que este panorama puntualiza su observación en el tema de las negociaciones y los conflictos generados en medio de entidades con rasgos particulares.

Una de las tecnologías pesqueras más antiguas utilizadas por los pescadores de Tasajeras es la atarraya (fig. 2). Este sistema funcionaba con alrededor de quince canoas, cada una tripuladas por dos pescadores: uno de los pescadores era el atarrayero y el otro era el boguero. Asimismo, para una faena más eficaz y mayor organización se designaban rangos a las canoas en el grupo, lo que permitía que el desplazamiento y el ejercicio de la técnica del corral se ejercieran con celeridad (fig. 3), pues esta técnica se debía realizar varias veces en el día o en la noche. A su vez, con la guía del capataz[10], las canoas se dirigían a los bancos de ostras[11] para acorralar a los peces. Una vez estos estaban cercados por las embarcaciones, cada tripulación tiraba sus atarrayas en el centro del corral para capturar a los peces que se alimentaban de las ostras en el lugar. De la siguiente manera lo describe el señor José Ramón Fontalvo, quien inició su oficio como pescador a la edad de siete años:

Era grande, imagínate que era desde esa casa que está en el agua hasta la calle principal [demostración visual de la medida del corral]… iban espantando todo lo que iba alrededor. Entonces llegaba… cuando el puntero este tropezaba con un banco de ostras le decía a la contra opopopop, … entonces si el ostión estaba ahí, iban cortando la boca del corral hasta que se sellara y quedaba en frente de todos. Entonces decían opopopop para dar el aviso que había que ir cerrando. Una vez hecho esto, se tiraban todas las atarrayas. (comunicación personal, 15 de octubre de 2018)

Don Manuel Ariza Zambrano ejemplificando la tirada de la atarraya cuando pescaba en el corral, corregimiento de Tasajeras.
Figura 2.
Don Manuel Ariza Zambrano ejemplificando la tirada de la atarraya cuando pescaba en el corral, corregimiento de Tasajeras.
Fuente: Wendy Carrillo Rada.

El corral de pesca con la designación a cada canoa
Figura 3
El corral de pesca con la designación a cada canoa
Fuente: Wendy Carrillo Rada.

Cuando ya terminaba la faena, las capturas eran destinadas a ser repartidas para el consumo entre los mismos pescadores y era la figura del vaquero quien se encargaba de la comercialización de los pescados restantes. Este último era la persona que distribuía en Barranquilla y el municipio de Ciénaga el producto una vez era obtenido, pues debido a la ausencia de un elemento como el hielo que permite la conservación de los pescados, la distribución debía realizarse de inmediato. En el caso de que la faena terminara en la madrugada, por ejemplo, a esa hora debía llevarse el pescado por canoa hasta esos lugares. En ese sentido, el vaquero tenía un rol significativo en toda la conformación de esta estructura de pesca. En los relatos se identificó que existía una fuerte relación de compañerismo entre él y los pescadores, situación que no daba lugar para la desconfianza entre ellos.

Uno de los puntos importantes en nuestro análisis sobre este arte de pesca tiene que ver con algo tan sencillo como la confección manual del ojo del paño de la red. Por ello discernimos que la ontología de los pescadores de Tasajeras circula por las dimensiones y la materialidad de este elemento que en tiempos de la atarraya era elaborado con fibra multifilamento en algodón y las medidas del ojal oscilaban entre cuatro y cinco centímetros de diámetro, lo que posibilitaba la captura de peces de gran tamaño. Esta medida del ojal era determinante en el momento en el que se obtenían pescados de proporciones más pequeñas, pues los pescadores de inmediato los regresaban con vida a la ciénaga. Así lo menciona Don Manuel Ariza: “nosotros tirábamos a los pequeños porque sabíamos que debíamos dejar que en la ciénaga crecieran, además porque éramos cuidadosos de que ningún pescador los pescara, porque la cuidábamos entre todos, la ciénaga ahora uno la siente triste” (comunicación personal, 05 de mayo de 2019).

De acuerdo con esto, el propósito del pescador con atarraya era mantener una relación de cuidado que incluso fue dotando de intención a la ciénaga como un ente que debe ser protegido para su continuidad. Él expresa una idea de interdependencia y coexistencia entre su quehacer pesquero y la vida del escenario donde desarrolla su oficio. Este comportamiento ilustra una reflexión que permite posicionar a la ciénaga en el mismo nivel de importancia en la que se encuentra el pescador, y es precisamente esta “intencionalidad que les hace capaz de experimentar emociones y les permite intercambiar con sus pares como con los miembros de otras especies” (Descola, 2002, p. 156).

Entre tanto, a mediados de la década de 1960, y sin ser la atarraya un elemento completamente extinto en las prácticas pesqueras, el trasmallo (fig. 4) se consolidó como la principal arte de pesca en la ciénaga, precisamente por su materialidad estacionaria y por las amplias medidas de los aparejos y la canoa. Este arte consiste en extender sobre el agua más metros de redes que la atarraya en horas nocturnas, porque ayuda a engañar a los peces en tanto no perciben las mantas. Este sistema está fijado al suelo con unos maderos y por lo tanto el pescador se mantiene en el lugar desde que inicia la faena hasta que la concluye, haciéndola menos ardua, más descansada y sencilla que el sistema con atarraya. Eso porque “las personas están buscando la forma de trabajar más rápido y cansarse menos y atrapar más” (V. Castro, comunicación personal, 14 de marzo de 2018). Asimismo, a diferencia de la técnica del corral que requería hasta treinta pescadores, este sistema puede ponerlo en funcionamiento un solo pescador.

Trasmallo estacionario o para’o
Figura 4
Trasmallo estacionario o para’o
Fuente: Wendy Carrillo Rada.

Con el ingreso del trasmallo a las dinámicas de la Ciénaga Grande y debido a sus características se determina un aspecto de maximización en las capturas al extender sobre el agua más metros de redes que la atarraya. Sin embargo, y como parte del mundo cotidiano del pescador de Tasajeras, la reparación o la elaboración de las redes estropeadas para la época, que se hacían manualmente con fibra de monofilamento de nylon traslúcido, generalmente se llevaba a cabo los domingos por todos los pescadores del pueblo. Eso permitía pausar por uno o varios días a la semana las capturas de peces en la ciénaga según el relato de uno de los pescadores: “nosotros dejábamos de pescar los domingos, además porque era para descansar del trabajo y pa’ darle también a la ciénaga un respiro porque trabajábamos toda la semana” (J. Fontalvo, comunicación personal, 13 de marzo de 2018).

Lo anterior sugiere que se sitúa a la ciénaga como un sujeto provisto de una función biológica como la respiración y por ello requiere de un tiempo de tranquilidad y detenimiento momentáneo de la pesca para recuperarse del ahogamiento causado por las faenas pesqueras, dando cuenta de un sentido de reciprocidad entre los pescadores y la ciénaga (fig. 5). En consecuencia, este modo de identificación señala que la ciénaga se encuentra contenida de una interioridad subjetiva (Descola, 2001).

Un grupo de pescadores de Tasajeras y la Ciénaga Grande de Santa Marta
Figura 5
Un grupo de pescadores de Tasajeras y la Ciénaga Grande de Santa Marta
Fuente: Angélica Baquero Porras.

No obstante, frente a la notoriedad que había adquirido el trasmallo surgieron una serie de problemáticas relacionadas con las dinámicas delictivas, en las que personas de comunidades cercanas hurtaban los elementos de pesca en medio de las faenas a los pescadores. Debido a esta situación adversa y a las pocas alternativas de resolución por parte de instituciones como la policía, un pescador se opuso a un asalto y fue asesinado a causa de su actuar, suceso que puso en alerta a los demás pescadores quienes salían a hacer sus jornadas con el temor de la noche respirándoles en el agua:

Antes había atracos, tú ibas a pescar, mejor dicho, uno iba a pescar para’o (otra forma de nombrar al trasmallo) o de noche atracaban si le quitaban las mantas, todo lo que llevaban, mejor dicho, venían sin nada y aquí no había ley para eso y la gente decidió coger el boliche. Ahora iban y venían en la tarde ya… eso fue la causa más bien para los pescadores (V. Castro, comunicación personal, 14 de marzo de 2018).

Debido a la coyuntura del asesinato del pescador, este sistema de pesca decayó y en simultáneo incursionó el boliche como una práctica que agudiza la tecnificación de la pesca en la Ciénaga Grande, circunstancia que es vista por algunos pescadores como un proceso de modernización en las prácticas de pesca. De esta forma, el sistema del boliche (fig. 6) comienza a funcionar a mitad de la década de 1980, casi que exclusivamente como una práctica que se desarrolla en el día. Con el boliche se dispone de un motor fuera de borda que permite reducir el tiempo invertido en las instalaciones de las redes en el agua; además de esto, otra característica importante es que la extensión de las mantas tiene un rango mayor a las del trasmallo y las dimensiones de los ojales son más diminutas. A su vez este sistema dispone de tres pescadores: un motorista, un plomero y un bollero, que en conjunto son los responsables de hacer una circunferencia en el agua con las redes para luego, con un mazo de madera llamado porra, golpear el agua y generar un ruido que, sumado al sonido del motor, cumple la función de aturdir a los peces (fig. 7). Esa circunstancia permite extraer grandes cantidades del producto en comparación con las otras artes de pesca, lo que en últimas convirtió al boliche en el arte más propicio para la producción, según algunos pescadores.

Víctor Montaño con su red de boliche
Figura 6
Víctor Montaño con su red de boliche
Fuente: Wendy Carrillo Rada.

Se puede apuntar que la tecnificación de este sistema de pesca, más que todo por la asistencia del motor fuera de borda, revolucionó la performancia de pescar artesanalmente en la ciénaga. No obstante, este instrumento no ha sido del todo agradable para las finanzas e ingresos de los pescadores, pues al tener que alquilar los elementos que conforman esta práctica, muchas veces cuando la pesca no es fructífera han tenido que quedarse sin su entrada diaria, dado que parte de la inversión la ocupan en combustible y en pagar la renta del motor. De todas formas, aunque en algunos momentos la situación se torna complicada por lo mencionado anteriormente, parte de los pescadores consideran que es mejor el motor que la boga porque no están dispuestos a agotarse “dando pulmón” —una expresión recurrente entre los mismos—, sobre todo en estos tiempos cuando la escasez de los peces ha aumentado.

Circunferencia con el boliche y recorrido de la canoa para porrear el agua
Figura 7
Circunferencia con el boliche y recorrido de la canoa para porrear el agua
Fuente: Wendy Carrillo Rada.

Esta tecnología pesquera difiere significativamente con los otros dos sistemas de pesca antes mencionados, ya que se le atribuyen varias características significativas como el carácter masificador en las capturas, la reducción del ojo de la malla a dimensiones más pequeñas, la adición del motor fuera de borda, el empleo del hielo para refrigerar el pescado y la disminución del tiempo de cada faena. Todo genera una hibridación en la red productiva en la medida en que entran elementos industriales o modernos a ser partícipes en la nueva realidad tecnificada del pescador. De acuerdo con esto, Yoimar Ariza menciona lo siguiente:

Hay más pescadores que antes con los motores y que eso ha hecho que se pesque más rápido y facilita un poco más la pesca, pero también sabemos, tenemos fe de que siempre se recupera [la ciénaga], porque si no la cosa estaría muy mal pa’ nosotros. Además, también le pasamos el santo para que proteja a la ciénaga, porque es como nuestra empresa y necesitamos darle de comer a nuestras familias (comunicación personal, 9 de febrero de 2019).

El sistema del boliche está mediado primero por una relación de subsistencia; segundo, existe un vínculo con la ciénaga creado a partir de lo espiritual-religioso, lo funcional-económico y lo efectivo; y tercero, las condiciones actuales de la pesca están marcadas por un proceso masificador en el que las relaciones sociotécnicas obedecen más que todo a nuevas lógicas socioeconómicas insertadas en la economía de mercado.

Con lo anterior señalamos que los no-humanos, en este caso las tecnologías pesqueras, son agentes que participan activamente durante el proceso social de la comunidad y, por supuesto, sería un equívoco entender la cultura material como receptores pasivos y aislados de estos procesos (Aisbar, 1996). En ese sentido, las tecnologías pesqueras identificadas descienden de una serie compleja de procesos de construcciones sociales y son envueltas en unas redes de contingencia en las que se derivan cadenas de negociaciones, tensiones, confluencias, fricciones y controversias. Estas configuran los ensambles sociomateriales en los que se involucran, haciendo del conocimiento del pescador un elemento fundamental en la creación y la producción del mundo que entreteje constantemente a partir de la actividad pesquera en la ciénaga y en las complejas relaciones sociales que allí se desenvuelven.

Estos ensambles sociomateriales, como lo conceptualiza Bijker (2005), no son simples mixturas tanto de la dimensión social y tecnológica, sino que en cierta manera son sui generis en la medida en que esta interrelación “antes que los artefactos tecnológicos o las instituciones sociales, devienen nuestra unidad de análisis” (Bijker, 2005, p. 125). Estas dos unidades no se determinan una por la otra en condición lineal o unidireccional; lo esencial es que surgen durante un transcurso de relaciones sociomateriales históricamente situadas en los procesos de creación o producción de los artefactos, los hechos y los grupos sociales relevantes.

Para Aisbar (1996), si por un lado los diversos aspectos políticos, económicos, culturales y ambientales que organizan a la sociedad son características que configuran socialmente el desarrollo de una tecnología en específico, precisando su delineación, circulación y propagación; por el otro, la tecnología desempeña un rol significativo en los procesos del tejido social, dando forma a nuestros modos de pensar y hacer en el mundo. De esta manera, la innovación tecnológica y el cambio social son dos mecanismos que parecen definirse simultáneamente, y por lo tanto se encuentran íntimamente correspondidos. De ahí que antes de proponer que la tecnología influye en la sociedad o viceversa, se debería más bien afirmar que lo “sociotécnico influye en lo sociotécnico” (Aibar, 1996, p. 18), es decir, no se puede priorizar una dimensión sobre la otra ya que esta correlación se puede llegar a entender como un “tejido sin costuras” (Bijker, 1987 citado por Brieva, 2006, p. 77).

Por ello, convenimos que estos ensambles sociomateriales figurados entre los no humanos y los humanos están enactuando[12]. Eso resulta en formas concretas de conocer y hacer a lo largo del tiempo, a través del ejercicio de la pesca constituida históricamente en la Ciénaga Grande, en correspondencia con las construcciones sociales de las tecnologías pesqueras y su dominio práctico en la realidad del pescador, como también en los procesos de cambio de las naturalezas sociomateriales o modos culturales de naturalezas presentes en esta población. Además, apuntamos a que los conocimientos de los pescadores refieren un carácter contextual o situado que se da en consonancia con el territorio y las naturalezas (Escobar, 2000). Estos se distinguen a través de los vínculos generados entre campos materiales de significación que los pescadores de Tasajeras le confieren a la ciénaga y a partir de las condiciones materiales que la han transformado. Adicionalmente, es indispensable subrayar que los conocimientos de los pescadores no se deben calificar simplemente como “locales” en un sentido estricto. Más bien de lo que se trata es de comprender que se encuentran situados en procesos sociales enlazados a sus historias y territorios (Serna y Mosquera, 2013), además de establecer un equilibrio en sus prácticas, darle continuidad al recurso y a las relaciones que los pescadores tienen con la ciénaga. De este modo, podríamos establecer la posibilidad de nuevas formas de naturaleza que constituyen objetividad (Piazzini, 2014).

Así pues, los conocimientos o saberes sobre la pesca de los pescadores de Tasajeras operan también a través de la usanza, la experimentación y una minuciosa observación, bien sea del clima, los recursos, las corrientes de agua, los peces, las tecnologías o las técnicas precisas, y en general sobre la actividad pesquera que desarrollan todos estos actores en este escenario. En síntesis, un detallado análisis y una meticulosa vigilancia sobre el medio natural que habitan, que enactúan y con el cual coexisten.

En virtud de esto, al conocer . hacer los pescadores de Tasajeras con la Ciénaga Grande, en ese campo relacional se ha podido desarrollar toda una gama de variaciones y configuraciones sociales de las tecnologías pesqueras. De acuerdo con las características de estas tecnologías fue posible observar que se han originado cambios inevitables tanto en la forma de productividad, en las exigencias de inversión económica, como en comportamientos/racionalidades/relacionalidades particulares de los actores-pescadores. Todo obedece, por un lado, a las formas de experimentar la pesca y, por el otro, respalda una serie de modificaciones fundamentales en la dinámica pesquera para que esta sea una realidad que moviliza diferentes prácticas, que a su vez son modos concretos de producir múltiples ciénagas. Esto implica entender la dimensión sociomaterial de dicho escenario a partir de elementos ontológicos (Martínez, 2016).

Finalmente, resaltamos que todas estas particularidades sociomateriales en las tecnologías pesqueras también han conllevado la generación de conflictos entre los pescadores: los llamados pescadores del antes (que ejercían su práctica pesquera con la atarraya o el trasmallo) creen que el carácter ininterrumpido de la pesca con boliche ha generado un deterioro en el recurso; mientras que los pescadores actuales, teniendo en cuenta el aumento de pescadores ejerciendo esta actividad, ha hecho que se utilice el sistema de boliche de manera constante por ser más rápido e inmediato en la captura de pescados en grandes cantidades. En síntesis, todas estas posiciones y modos de identificación de los pescadores con la ciénaga, bien sea con atarraya, trasmallo o boliche, empiezan a asociar formas determinadas de racionalidad-relacionalidad y maneras de actuar que componen ya sean procesos o prácticas sociales, significados, propuestas, decisiones u elecciones e incluso tipos concretos de interacción con lo natural y lo sociomaterial, y, por lo tanto, éticas definidas de consumo (Sánchez-Maldonado, 2015).

Conclusión

La crisis ecológica suscitada en la Ciénaga Grande ha sido el resultado o ha estado mediada por múltiples causas naturales y antrópicas. Algunas de las implicaciones en este escenario se pueden observar en la disminución drástica tanto del manglar como de los peces, a causa de la hipersalinización del agua por el taponamiento de los compartimentos que suministraban agua dulce y salada al mismo tiempo (Vilardy, 2009). Esto sin duda provocó dinámicas de cambio en los grupos humanos que se sustentan de los recursos que abastece y provee la ciénaga para su mantenimiento diario, como es el caso del corregimiento de Tasajeras.

Al mismo tiempo que eso ocurría, también se daban procesos significativos en los modos de interacción y relación de los pescadores de Tasajeras con la ciénaga, en correspondencia con los periodos en los que se practicó y practica cada sistema de pesca. Debido a esto se logró comprender que cada grupo de pescadores generaba unos conocimientos concretos, unas relaciones sociotécnicas particulares, unas formas definidas de producir la ciénaga y de productividad. En ese sentido, mientras que con el sistema de atarraya y trasmallo se construían vínculos de continuidad con la ciénaga (Escobar, 1999), con el sistema de boliche el vínculo se fue tornando cada vez más hacia lo espiritual-religioso, funcional-económico y lo efectivo, ocasionando una suerte de malentendidos ontológicos (Blaser, 2009) entre los mismos pescadores. De cualquier modo, en la medida en que se generan acciones de subsistencias, también se están originando actos de consecuencia con el recurso.

Por último, cabe mencionar que, si bien se han elaborado innumerables estudios en la Ciénaga Grande, parte de estos han sido abordados desde el aspecto biofísico, relegando muchas veces el aspecto social. Por eso, las intervenciones que se han realizado desde la institucionalidad no han dado los resultados esperados ya que este panorama solo se efectúa en una dirección lineal, es decir, una dirección representada únicamente desde la perspectiva dominante (Vilardy, 2009). Por esta razón, convenimos que los análisis que se hagan sobre las interacciones que se dan entre los pescadores de Tasajeras y la ciénaga no deben quedarse sobre los márgenes, dicho de otro modo, sobre epistemologías que ignoran y desconocen los territorios, las historias y los contextos donde emergen las prácticas que constituyen las ontologías o mundos (Blaser, 2009) de los pescadores de Tasajeras. Recomendamos que, frente a las posibles formas de elaboración de políticas ambientales, económicas y sociales en el manejo del recurso pesquero, se deben reconocer tanto las formas en las que operan los pescadores para producir la ciénaga como los desentendimientos que alrededor de ellos se gestan, precisamente por ser este un escenario heterogéneo.

Agradecimientos

Mil gracias a la comunidad de Tasajeras, a los pescadores que compartieron sus experiencias de vida, al Valle de Cienaguas por seguir existiendo y resistiendo a pesar de las adversidades, y en general a todos los actores (humanos y no humanos) que permitieron la realización de esta investigación.

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Notas

[1] Este artículo es el resultado de la investigación monográfica de pregrado “Entre redes y aparejos: una aproximación antropológica a las configuraciones de las tecnologías pesqueras entre los años 1960-2018 en Tasajeras, Pueblo Viejo (Magdalena) y sus implicaciones socioambientales. Universidad del Magdalena. Santa Marta, Colombia”.
[2] De ahora en adelante ECGSM.
[3] Es un corregimiento que se ubica a orillas de la Ciénaga Grande de Santa Marta y el Mar Caribe.
[4] En 1997 y 2000 fue declarado Humedales Ramsar y Reserva de Biosfera respectivamente.
[5] Designación que le daban los pescadores más veteranos del pueblo al complejo lagunar de la Ciénaga Grande de Santa Marta por la confluencia de varios ríos y lagunas alrededor de esta.
[6] Este lugar se configura como una de las fuentes de empleo en el corregimiento. En él trabajan más o menos 200 personas —conocidos como peajeros— en labores como vender confitería, refrescos, gaseosas, galletas, entre otros productos que comercializan sobre la carretera o dentro de los buses.
[9] El término tiene “dos significados interconectados. Por una parte, se refiere a las negociaciones que se dan dentro de un campo de poder en el proceso de gestación de las entidades que conforman un determinado mundo u ontología. Por otra parte, el término se refiere al campo de estudio que se enfoca en estas negociaciones, pero también en los conflictos que se generan cuando esos mundos u ontologías tratan de sostener su propia existencia al mismo tiempo que interactúan y se mezclan con otros diferentes” (Blaser, 2009, p. 82-83).
[10] Líder del grupo, quien los guiaba hacia los bancos de ostras por la experiencia que había adquirido durante su trabajo como pescador.
[11] Lugar donde se encontraban los peces gracias a que se alimentaban de estos moluscos. En la actualidad estos bancos ya no existen.
[12] Este enfoque propuesto por Varela (2003) permite entender que producimos formas concretas de mundo(s) cuando el saber y el hacer, nuestra mente, cuerpo y mundo se configuran en interacción e interrelación, lo que sugiere que el conocimiento no es algo preexistente, sino que por el contrario es producido gracias a las experiencias de los individuos de acuerdo con sus historias locales. Por lo tanto, supone una noción alejada de la posición binaria de naturaleza (Escobar, 2012; Martínez-Dueñas, 2016; Martinez-Dueñas y Perafán-Ledezma, 2018). Del mismo modo, esta perspectiva también refiere “el proceso colectivo de elaboración de hechos y artefactos” (Aibar, 1996, p. 20).

Información adicional

Como citar este artículo: Carrillo R., W. y Mendoza C., M. (2021). Implicaciones sociomateriales de las tecnologías pesqueras en una comunidad de la Ciénaga Grande de Santa Marta, Colombia. Jangwa Pana 20(2), 303-324. doi: https://doi.org/10.21676/16574923.4178

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