GAY TALESE: REPORTERO EXTRAORDINARIO PARA HOMBRES ORDINARIOS

Sonia Amparo Guerrero-Cabrera1

1. M.Sc. Docente Facultad de Educación. Universidad de San Buenaventura. Colombia. Correo electrónico: sonia.guerrero@usbmed.edu.co. ORCID ID: 0000-0001-9176-0029

Tipología: Artículo de Reflexión.
Fecha de Recepción: 10/03/2016
Fecha de Aceptación: 01/08/2016


Como citar este artículo: Guerrero-Cabrera, S.A. (2016). Gay Talese: Reportero extraordinario para hombres ordinarios. Jangwa Pana, 15 (2), 212 - 222


RESUMEN

Teniendo en cuenta la gran importancia que el periodismo literario ha ido ganando en occidente, este trabajo realiza un rastreo de las principales circunstancias que posibilitaron el surgimiento del mismo; luego se recurre a uno de los mayores representantes de este campo para enunciar sus características esenciales. Con base en el libro Retratos y encuentros (2003) de Gay Talese, se ejemplifican los componentes claves del periodismo literario.

Palabras Clave: periodismo literario; Gay Talese; crónica; ficción; realidad.

 

GAY TALESE: EXTRAORDINARY REPORTER FOR ORDINARY MEN

ABSTRACT

Given the great importance of literary journalism has been gaining in the West, this work performs a scan of the main circumstances which allowed the emergence of it; then it resorts to one of the greatest representatives of this field to state its essential characteristics. Based on the book Portraits and meetings (2003) of Gay Talese, the key components of literary journalism are exemplified.

Keywords: literary journalism; Gay Talese; chronic; fiction; reality.


INTRODUCCIÓN

El periodismo literario, también llamado narrativo, y conocido por otros como nuevo periodismo, se ha fortalecido como una narrativa fundamental de la época moderna. Pese a las incursiones que la historia de la literatura muestra, donde se relatan hechos verídicos como el conocido Diario del año de la peste de Daniel Defoe, es a inicios de siglo XX que se consolida este género, cuyos matices y modalidades se exponen y examinan a continuación por medio de uno de los principales representantes del periodismo narrativo: Gay Talese, de 83 años.

Cuando Joseph Talese, de profesión sastre, cruzó el océano atlántico desde su natal Italia en 1920 hacia Estados Unidos, donde conoció a Catherine DePaolo –modista–, conformaron la familia italoamericana católica de la que proviene uno de los escritores de periodismo literario más influyente e importante, no sólo por el talento que se percibe en su obra, sino por ser pionero de un campo en ese entonces naciente: Gay Talese es un emblema, un símbolo del periodismo narrativo y específicamente de la crónica.

Teniendo en cuenta que la crónica antecede al periodismo narrativo, ésta se define ante todo por el estilo literario de su prosa. Sus características de “flexibilidad estructural y expresiva para abordar lo humano y lo divino con la inmediatez de la noticia, la fascinación del testimonio y la calidad literaria de la narración” (Correa, 2011, p. 33), hacen de ella el escenario propicio en el cual depositar y examinar la realidad. Así, cronistas y lectores encuentran en ella un espacio único de expresión, del que Talese es un exponente extraordinario.

Como el mismo autor lo narra en su texto Orígenes de un autor de no ficción (Talese, 2010), Talese nació el 7 de febrero de 1932, y creció en la sastrería que sus padres mantenían juntos en Ocean City, New Jersey. Sus inicios como escritor se remontan a la época escolar, cuando compuso las crónicas sobre los encuentros deportivos de su colegio para el diario local: Ocean City SentinelLedger, donde muy pronto obtuvo su propia columna semanal que continuó redactando hasta que fue a la Universidad de Alabama en 1949. Estudió periodismo y cuando se graduó pasó a trabajar en The New York Times, en New York (Suárez, 2014); aunque fue contratado como el chico de la fotocopiadora, al igual que en el colegio obtuvo rápidamente una plaza para escribir sobre deportes (Lago, 2013), actividad que mantuvo por 10 años.

En adelante continuó escribiendo con su estilo característico –que se examina en este trabajo– para The New Yorker, Time, Sunday Times y en revistas como Esquire y Harper’s Magazine (Suárez, 2014). Los libros que ha escrito, hasta ahora once en total, son cada uno un peldaño en la construcción del periodismo literario, tanto en forma como en contenido. Uno de sus trabajos más tempranos El puente (1964), se compone de una serie de varios artículos publicados por cinco años, y posteriormente como libro, es un emblemático reportaje de todo lo que rodeó la construcción en New York del puente Verrazano, se ocupó del tema por más de cinco años, lo que demuestra la dedicación y prolijidad del autor a la hora de documentar lo que se convertiría en un símbolo de la ciudad; este escrito contiene lo que Sims denomina “realidades simbólicas” (Sims, 1996, p. 33), que dan cuenta del significado interno de lo escrito para el autor y la estructura de significado encerrada en el contenido del texto. Su último trabajo aún está en construcción, el tema es su propio matrimonio y completará la saga autobiográfica compuesta por A los hijos (1992) y Vida de un escritor (2006).

El libro de Talese Retratos y encuentros (2003), catalogado en la prestigiosa revista The Atlantic Monthly así: “In this book you’ll find some of the best American prose of the second half of the twentieth century” (Schwarz, 2003, p. 107), fue publicado en español en 2010. Tiene como antecedente el libro titulado Fama y oscuridad (1975), que recopila en tres partes temáticas –deportistas, lo cotidiano y New York– diferentes crónicas del autor de una época temprana de su labor. Retratos y encuentros reúne algunos de los escritos más importantes del autor, catorce en total, compuestos entre 1961 y 2003; este texto sirve para el ejercicio propuesto aquí como base de reconocimiento de las características del periodismo literario, que a través del trabajo de Talese ilustran las transiciones del modo de escribir, los temas, los personajes, los obstáculos, las limitaciones y los grandes logros de este género.

Este libro, que ha tenido buen recibimiento, es una miscelánea que expone eficazmente el trabajo de Talese: Contiene sus aproximaciones a la ciudad de New York, los perfiles más famosos que ha escrito, así como varias crónicas autobiográficas. Según el blog de Javier Brox, que describe la obra del autor, en el libro Retratos y encuentros (2010), se resalta la “habilidad del autor para retratar desde cerca a sus modelos, consiguiendo crear lo que podríamos llamar personajes de no ficción descritos con pretensión literaria (lenguaje elaborado, atención al bendito detalle significativo, perspectiva multilateral, redundancias), gracia y profundidad” (Brox, 2011). Es una obra que contiene un texto considerado clave en su carrera: Frank Sinatra está resfriado, calificado como “Best Story Esquire Ever Published” (May, 2014, p. 94).


 

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El nacimiento de un híbrido

Para comprender la importancia del reconocimiento de las características del nuevo periodismo como forma de expresión innovadora de la realidad, es necesario referirse brevemente a las condiciones sociales e históricas del surgimiento del periodismo literario. Por un lado, estaba la ficción con su exponente principal, la novela que es “capaz de absorber y recrear múltiples formas de escritura anteriores y coetáneas” (Chillón, 1999ª, p. 81), en otras palabras, es flexible y dinámica, fecunda en recursos, cualidades que el periodismo literario adoptaría; y existían también formas embrionarias de periodismo narrativo tales como biografías, memorias, diarios, ensayos, y demás modos de prosa literaria testimonial, que sirvieron de sustento al nuevo ser.

De esta forma, el auge de la ambición realista que marcó la escritura novelística del siglo XX hizo que la ficción se nutriera cada vez más de hechos reales, ya que el objetivo era dar cuenta de las nuevas realidades sociales emergentes con la incipiente industrialización, y en igual medida el periodismo se ocupó de temas sobre la consciencia histórica y social, usando para ello los recursos de la ficción. Fue de esta manera como narrativas ficticias y facticias empezaron a encontrarse cada vez más en diferentes contextos y a nutrir recíprocamente sus avances y alcances. Existen tres factores que determinaron directamente el avance de este género.

Primero, la evolución de la ficción hacia la novela naturalista –donde el trabajo de Zola es un exponente ejemplar–, que con su exhaustividad casi científica marcó un modo de escritura extremadamente preciso, con descripciones rigurosamente detalladas, fruto de una gran labor de documentación y de investigaciones, que llevaban al autor a observar y experimentar una situación por sí mismo. Estas novelas buscaban acercarse a la realidad social reinante, se ocuparon de temas como el alcoholismo, la corrupción de políticos y empresarios, la pobreza, las condiciones de trabajo en escenarios de riesgo, entre otros. Segundo, paralelamente el manejo que ciencias sociales como la sociología, psicología, antropología, hicieron, en las primeras décadas del siglo XIX, de las estrategias investigativas de cada disciplina y las herramientas propias del reportaje, afianzó el uso de técnicas como la entrevista, el trabajo de campo, la observación participante, el estudio de documentos personales, todo lo que permitiera captar la experiencia personal y colectiva de los individuos, para así comprender lo humano y su entorno social; proliferaron los “relatos científicos cualitativos” (Chillón, 1999b, p. 141). Se crearon de esta forma escritos muy próximos a la narración literaria, pero con un alto contenido científico, tales como los casos clínicos de Sigmund Freud o las obras de Miguel Barnet con su realismo etnográfico. Y en tercer lugar se encuentra la forma en que escritores y periodistas fueron influidos por las nuevas ideas de reforma y revolución social, sin importar la ideología que siguieran el ambiente se llenó de cambios, que propiciaron la preocupación por abordar éticamente fenómenos sociales.

Esta atmósfera social y cultural consolidó cada vez el periodismo narrativo como un género distinto cuyo nacimiento abrió la puerta a posibilidades de comunicación y a procedimientos de escritura que conjugan recursos, técnicas y estrategias: “tiene una diversidad funcional, temática, compositiva y estilística” (Chillón, 1999b. p. 178), pero eso no quiere decir que no haya habido tropiezos. Actualmente, el periodismo literario posee ya el estatus de género narrativo con todo lo que eso implica –delimitación teórica y metodológica– pero sus inicios estuvieron marcados por las críticas y el menosprecio de literatos y periodistas, que asumieron polos opuestos, cuando la forma de escritura que estaba naciendo es precisamente la conjugación de estas dos corrientes: es un híbrido entre literatura y periodismo.

Entonces, el nuevo periodismo no es un relato de ficción, el lector puede confiar en lo que este género describe y examina; organiza todo como si fuera un reportaje tradicional, con la adición de que ésta forma de escritura amplía el reconocimiento de los hechos, busca, indaga, verifica, cita a las fuentes implicadas y recompone lo acontecido con altas dosis de creatividad. Creatividad que debe entenderse en el sentido de innovar en la forma y contenido de la crónica: “el periodista narrativo sigue su búsqueda en archivos extraños y poco usuales, en las páginas de adentro de los informes –no se limita al resumen para la prensa y las conclusiones– y en la letra pequeña, las notas de pie de página, las citas que nos lleva a otros documentos, otras fuentes, otras bibliotecas” (Herrscher, 2012, p.194); es por eso que en un principio el periodismo narrativo fue incomprendido.

Surgimiento de un periodista literario

Para la época en que Gay Talese entra en escena con su trabajo, rebosante de creatividad, el periodismo literario se encuentra todavía siendo severamente criticado. Los años sesenta marcaron la aparición de un nuevo concepto de escritura, expresado en palabras de Tom Wolfe (1976) como aquel que: “consistía en hacer posible un periodismo que… se leyera igual que una novela” (p. 18), algo que hería las susceptibilidades de muchos, pero que otros aprovecharon enormemente, Talese, por ejemplo, se sirve de todos los recursos literarios para construir sus crónicas. Los sastres valientes de Maida (Talese, 2010) es un escrito autobiográfico enfocado en el padre de Talese –usa la primera persona– en su época de aprendiz de sastre en Italia y es un exponente ejemplar del periodismo literario: Puede leerse como un cuento corto. Comienza creando un ambiente, un entorno físico y emocional para introducir al personaje principal, un sastre experto del pueblo de Maida, sitio que es el marco social, económico e histórico de los hechos y que Talese describe a medida que avanza la acción, llevando al lector al reconocimiento de la magnitud de los hechos narrados de forma progresiva, para que el clímax del desenlace sea vivido con la intensidad que ofrece el uso de los más variados recursos literarios, el cierre muestra una escena teatral: “Luciendo el traje nuevo y habiéndose ladeado el sombrero, el señor Castiglia enfiló hacia su carruaje, a través de la puerta que mi padre había abierto de par en par” (Talese, 2010, p. 257).

Heredero del estilo de Fitzgerald, un escritor de ficción, de quien Talese dice haber recibido influencia, por su forma elegante de escribir, con frases melodiosas y de estructura compleja. Impresionado y cautivado por los escritos de Irwin Shaw y Jhon O´Hara: “I loved the fiction writers, especially the short-story writers” dice Talese (May, 2014, p. 98), el autor crea un estilo propio que se distingue por la meticulosidad y refinamiento de sus textos, usa la creación de escenas, incluye el drama, muestra el conflicto; y como lo ha mencionado en diferentes ocasiones, crecer al lado de un sastre le sirvió para adaptar la técnicas de construcción de un traje, con atención y cuidado, medidas claras y estructuras organizadas a la hora de elaborar sus textos: el autor se toma tiempo para realizar su trabajo – investigar y escribir–, por ejemplo el libro A los hijos (1992), le tomó más diez años.

En Orígenes de un escritor de no ficción, Talese indica que las habilidades de un buen periodista literario las aprendió en el negocio de sus padres, al permanecer atento a las constantes interacciones entre clientes, empleados y propietarios: “Aprendí a escuchar con paciencia y cuidado y a no interrumpir nunca” (Talese, 2010, p. 261), de lo que deviene la gran importancia de crear confianza en el otro, de propiciar una comunicación sincera, lo que lleva tiempo y esfuerzo, todo para descubrir los detalles que componen la historia. Cuando investigó para su libro Honrarás a tu padre (1971), mantuvo contacto con un miembro clave de la familia –Bonnano– a retratar en el libro por varios años, a la vez que viajó a Italia y se sirvió de documentos legales e históricos para recomponer la historia, que contiene temas bastante álgidos como son la inmigración y la mafia. Los detalles son fundamentales para este escritor, y lo llevan a conformar creaciones donde lo más importante es la veracidad.

La veracidad es un concepto que marca el periodismo informativo, cuyo objetivo es transmitir noticias, hechos acaecidos en la realidad; con el desarrollo de la forma nueva de escritura que se ancla a lo mencionado anteriormente sobre la tendencia del siglo XX para alcanzar verosimilitud, el periodismo narrativo se define teóricamente como atento y respetuoso de lo real: “los datos con los cuales se elabora el texto son verídicos […] en periodismo literario el autor no se permite licencias imaginativas ni en el desarrollo de los personajes ni en el de los hechos” (López, 2005, p. 27) entonces, un periodista literario no inventa personajes y situaciones, al contrario sale en busca de lo que acontece. Cuando Talese estuvo en la universidad y sus profesores le indicaron que la mejor forma de escribir una noticia era respondiendo a las preguntas de Quien, qué, cuándo, dónde, por qué, el autor sintió pronto que aquello no era suficiente y “trataba en cambio de comunicar la noticia a través de la experiencia personal del individuo más afectado por ella” (Talese, 2010, p. 282), aquí se observa, no sólo la influencia de los autores de ficción, sino cómo se fue forjando el estilo del escritor, que no es pasivo ante lo que ocurre sino que sale a su encuentro.

Para Talese el trabajo del nuevo periodismo consiste en encontrar, reconocer e indagar sobre la “noticia”: no se puede hablar sobre aquello que se desconoce. A la hora de escribir Peter O´Toole en el viejo terruño (Talese, 2010), por ejemplo, el autor viajó a Irlanda con el actor y sostuvo una serie de entrevistas que duraron varias semanas. Esta crónica relata los aspectos más significativos de la vida de O´Toole dejando que él hable por sí mismo, se lo describe en ciertas situaciones de su vida cotidiana para evidenciar sus pensamientos y emociones, así se muestra lo que siente el actor al ver sus películas de cuando era más joven: “Ay, cómo duele ver todo eso en la pantalla, solidificado, embalsamado –dijo, fijando la vista en la hilera de botellas de enfrente–. Cuando una cosa se solidifica deja de estar viva. Es por eso que amo el teatro” (Talese, 2010, p. 140). Esta forma de no ficción acerca al lector al personaje del texto, que pude confiar en el fiel registro de lugares, diálogos y datos.

Para lograr dicha cercanía entre texto y lector, el periodismo literario aprovecha como se mencionó recursos de la ficción: “estructurar la información dramáticamente permite potencializar el interés, captar y mantener la atención del lector” (López, 2005, p. 27), se usa la creación de diálogos (Frank Sinatra está resfriado), que con precisión transcriben información y las condiciones emocionales de los personajes; la narración por escenas para movilizar el texto (Voguelandia); el uso del monólogo interior (Nueva York, ciudad de cosas inadvertidas); descripciones detalladas de objetos y lugares (La temporada silenciosa de un héroe), que evocan imágenes y son fieles a lo dicho; creación de un entorno (Paseando mi cigarro). El punto clave aquí radica en la atención que pone el periodista literario al mundo, para recrearlo en la escritura.

Un importante asunto del periodismo literario es que dichos escritos contienen una enumeración detallada de datos, hábitos y costumbres, usando siempre nombres propios; Voguelandia (Talese, 2010) es un buen modelo, ya que describe lugares y personas que trabajan en el campo de las grandes revistas de modas. Presenta hábitos: “Cada mañana, en los días hábiles, una serie de mujeres relamidas y a prueba de arrugas, que se tratan de «querida» y «encanto» y son capaces de hablar en letra cursiva y maldecir en francés, entran al edificio Graybar en Manhattan” (Talese, 2010, p. 145). Explica la costumbre de usar ciertos adjetivos a la hora de describir a las damas de sociedad que posan para Vogue: “La señora de Murray Vanderbilt, que el año pasado era «una morena estilizada, con una mirada directa y cautivadora y risa suave y franca», es este año «una belleza impulsada por un fuerte propósito»” (Talese, 2010, p. 146).

Por su parte el texto Nueva York, ciudad de cosas inadvertidas (Talese, 2010) contiene muchos elementos que resaltan en todo el trabajo de Talese: Plantea desde su título el estilo personal del autor. Advierte que se referirá a aquello a lo que se da escasa consideración. Nutre su relato con datos precisos, casi estadísticos: “Nueva York es una ciudad de 200 vendedores de castañas, 300.000 palomas y 600 estatuas y monumentos” (Talese, 2010, p. 21), esto le otorga a su escrito una característica que lo distinguirá siempre: Su atención al detalle. También abundan las metáforas, evidentes en pasajes como: “bañados de un cierta opalescencia, como un cuadro de Monet” (Talese, 2010, p. 18), cuando se refiere al aspecto de los edificios en un día lluvioso. Incorpora datos históricos al hablar del puente George Washington: “El puente hoy se levanta en el lugar donde las tropas de George Washington retrocedieron ante los invasores británicos que más adelante capturarían Fort Lee, en Nueva Jersey” (Talese, 2010, p. 22), esto acrecienta la importancia de un sitio representativo de la ciudad. Introduce a personajes que permanecen ocultos como parte vital de la ciudad: “Nueva York es la ciudad de Jim Torpey, quien desde 1928 arma los titulares de prensa del letrero eléctrico que rodea Times Square” (Talese, 2010, p. 25). Después de leer esta crónica el lector tiene la sensación de haber recorrido New York al lado de Talese, y mirar la ciudad a través de su sorprendente perspectiva, que trasciende lo cotidiano.

Salir al exterior, al mundo, marcó la diferencia para el autor. Para el periodista literario y en especial para Talese presenciar los acontecimientos es fundamental. Cuando compuso su texto La temporada silenciosa de un héroe, sobre el beisbolista Joe DiMaggio, fue necesario coincidir con él en New York, seguirlo hasta San Francisco y lograr finalmente que le permitiera acompañarlo a un juego de golf y luego a compartir con él y su amigos en un bar. Talese usó la actitud fría y de rechazo de DiMaggio para con él en su texto, recreando y nutriendo el ambiente de reserva que rodea al jugador. Aprovecha toda interacción y cada detalle cuando plasma en el papel su crónica.

Así la sensibilidad de Talese le permitió encontrar temas de escritura en lugares insospechados, y resultó que esa estrategia se convirtió en la principal forma de escoger el tema de escritura. Talese ha escrito diferentes crónicas sobre deportistas, lo que se ha convertido en un tema recurrente en su trabajo, cuenta además con perfiles de personajes famosos e iconos de la cultura popular, pero no los aborda en un episodio o desde un momento de gloria, como es lo tradicional, por el contrario, escribe sobre aquellos cuya carrera declina –Joe DiMaggio, Floyd Patterson, Alí– o durante un episodio oscuro –Sinatra–. Es decir que encuentra una historia más allá del destello de la fama o de lo que se acepta como fenomenal y que merece ser narrado, es al dejar de lado todo esto pasajero que se encuentra con lo intemporal: La esencia de lo humano. Manifiesta su interés por “escribir perfiles de personas cuyas experiencias con el éxito y el fracaso ampliaran mi capacidad para contar historias, y escribir escenas que alternaran el pasado y el presente” (Talese, 2013, p. 26), tal como lo expone en la introducción de uno de sus libros: El silencio del héroe, que recopila sus textos sobre deportistas; lo que señala su disposición para abarcar en lo posible la complejidad de las situaciones y de sus protagonistas.

En el texto El perdedor (Talese, 2010), el lector se encuentra con un antiguo boxeador que vive aislado dentro de una decadente construcción, en un lugar remoto. Floyd Patterson es mostrado en su reclusión desde que perdiera una pelea importante y se narran los detalles de su vida; para reforzar el estado emocional en el que se encuentra el boxeador –se siente cobarde–, la crónica describe una escena donde él se encuentra con algunos adolescentes que están molestando a su hija, pretende defenderla y dar una lección a aquellos chicos, intimidarlos, sin embargo, no lo logra: “Se cohibió, comenzó a tamborilear nerviosamente los dedos en el tablero. No podía alzar la voz sin hacer una escena desagradable, pero tampoco podía retirarse sin dignidad, de tal modo que suavizó la voz y dijo finalmente: –Mira, niño, quiero que dejes de hacer eso” (Talese, 2010, p. 93). Es una escena que muchos padres han vivido, representa una situación de la vida cotidiana que se eleva aquí hasta la construcción periodístico-literaria para dar cuenta de la realidad.

La vida cotidiana se convierte en el campo principal de reportaje del periodismo literario, se abordan temas fundamentales desde el valor que existe en ella; para Talese la vida de hombres y mujeres corrientes despierta gran interés, ya que son ellos los que componen la mayoría de la sociedad. La experiencia estética descrita por Piché en su texto Experiencia estética y hermenéutica literaria (Piché, 1984), en el que aborda la teoría de Jauss, sustenta dicha revalorización de la realidad desde el arte, es así como la crónica permite ver el mundo con nuevos ojos, re-conocer lo cotidiano, y como dice Jauss, el mencionado estudioso de la relación entre experiencia estética y hermenéutica literaria, es posible: “un procedimiento de reconocimiento recíproco que procura derecho propio a la verdad del otro” (Jauss, 2012, p. 26), es desde el valor estético que contiene la obra que el periodista literario puede ofrecer un tema cotidiano elevado a la categoría de arte, que permite el conocimiento de los otros y de lo que los rodea. Es allí donde además se examina y cuestiona la sociedad. Talese (2010) dice al respecto, sobre su controversial libro La mujer de tu prójimo: “medio siglo de cambios sociales que narraba en el contexto de unas vidas corrientes llevadas por hombres y mujeres del común en todas partes del país” (p. 268).

Además, el autor justifica su elección de temas ordinarios o de personas corrientes justamente bajo el precepto artístico. Don malas noticias (Talese, 2010) se ocupa de la persona que escribe las notas necrológicas del New York Times, y permite ver los manejos que se hacen para que la publicación de dichos obituarios sea oportuna y certera; el lector recorre junto con el personaje su día a día, situación que jamás será noticia de primera plana e imposible de conocer sin la labor del periodista literario. Dice al respecto Talese en una de sus entrevistas que aparece en la publicación en línea del periódico La Nación:

Publicar una historia de alguien que no sea famoso es más desafiante, debes esforzarte más, pues debes convencer a un editor de que vale la pena. Y la única forma de lograr eso es que la historia esté escrita de una manera en que no puedas dejar de leerla. Que vean el primer párrafo y digan: déjenme leer el segundo. Cuando logras eso, es el arte de la escritura. Y eso hace del periodista un artista (Escobar, 2009).

La crónica del autor sobre Joe Louis, comienza con un episodio totalmente ordinario, una esposa recoge a su cónyuge en el aeropuerto y lo increpa por su aspecto. Es una escena que ocurre cientos de veces en un aeropuerto, pero que es integrada por Talese en su escrito Joe Louis: el rey en su madurez (2010), de forma que abre el espacio de la vida que lleva este boxeador, el autor escoge además el recurso literario del diálogo para dar comienzo a su crónica:

–¡Hola, mi amor! –saludó Joe Luis a su esposa cuando la vio esperándolo en el aeropuerto de Los Ángeles. Ella le sonrió y caminó a su encuentro y, a punto de empinarse para darle un beso, se detuvo en seco. –Joe –le dijo–, ¿dónde está tu corbata? –Ah, linda –dijo él, encogiéndose de hombros–, pasé la noche fuera en Nueva York y no tuve tiempo… –¡Toda la noche! –lo interrumpió ella–. Cuando sales aquí lo único que haces es dormir, dormir y dormir. –Linda –le dijo Joe Luis, con una sonrisa de cansancio–, ya estoy viejo. –Sí –asintió ella–, pero cuando vas a Nueva York ensayas a ser joven otra vez (p. 181).

Para Tom Wolfe, colega y contemporáneo del autor, este texto significó la puesta en escena de las transformaciones del periodismo: La crónica podía leerse como un relato y por tanto tenía valor estético. Todo en una época en la que “nadie estaba habituado a considerar que el reportaje tuviera una dimensión estética” (Wolfe, 1976, p. 21).

Entonces, este artista de la realidad que es Talese, construye textos como el denominado Cuando tenía veinticinco (Talese, 2010), en el que se conjugan tres características del periodismo literario fundamentales: La narración en primera persona, experimentar por sí mismo la situación o problema y un tema inusitado, que pasa desapercibido. Con datos puntuales y nombres propios, el autor cuenta las difíciles situaciones de los gatos callejeros en Manhattan, a los cuales siguió y vigiló durante muchas noches, y subraya su iniciativa de ocuparse de ciertos temas que compone asumiendo su propia voz: “yo hacía la investigación para mi primer artículo extenso en la revista dominical del New York Times, sobre la lucha de los gatos por la supervivencia en toda la ciudad. Otras personas se preocupaban en esos días porque los Dodgers se iban a ir de Brooklyn, o por la existencia acechante del «Dinamitero Loco», o por el hecho de que los rusos acaban de lanzar una perra al espacio” (Talese, 2010, p. 293). Aquí entra en escena un importante elemento para el periodismo narrativo y es la curiosidad. ¿De qué otra forma se indaga, si no es a través de una motivación interna? Talese expresa este aspecto en una entrevista que aparece en la edición en línea del periódico El Mundo, dice el autor: “Mi única cualidad tenía que ver con mi condición de forastero: sentía curiosidad por los demás” (Suárez, 2014). Desde sus comienzos como periodista, cuando redactó una nota sobre el refugio local de animales, Talese se dio cuenta del potencial de la historia y como podría ampliarla gracias a que el tema despertaba en él gran interés, además lo unía un vínculo personal –buscaba a su perro– y sus indagaciones lo llevarían a un sitio recóndito del que nadie había escrito. Dicha crónica fue su primer gran éxito, tanto por todo lo que aprendió al realizarla, y como en adelante dicha experiencia moldeó su estilo de suministrar detalles precisos, como por la compensación económica que obtuvo por ella.

De este despertar de la curiosidad se pasa a las preguntas, lo que lleva a una técnica básica del periodismo y es la labor de entrevistar, que encierra en sí misma el encuentro con el otro: que el buen periodista literario propicia y persigue. Talese relata en Orígenes de un escritor de no ficción, que la sastrería de sus padres fue el primer sitio de entrevistas que presenció, donde aprendió a escuchar y no interrumpir, y fue de su madre de quien heredó una de las preguntas que repetiría a los sujetos de sus artículos a lo largo de toda su carrera: “¿En qué estabas pensando cuanto hiciste tal o cual cosa?” (Talese, 2010, p. 265). Lo que se busca es tratar de entender la perspectiva del sujeto y todo lo que ha forjado su carácter –aspectos sociales, económicos, políticos, históricos–, eso conlleva una ineludible responsabilidad ética, es decir que el fisgoneo y chismes no se incluyen en los lineamientos del periodismo narrativo.

El trabajo de Talese ha generado controversias también en este sentido, al no revelar información sin el consentimiento de sus fuentes; por ejemplo, dio a conocer la actividades voyeristas de una persona dueña de un motel, sólo cuando éste lo autorizó, causando en la comunidad periodística y lectora un gran revuelo. Su decisión de publicar los apuntes del personaje en cuestión deja al espectador con la tarea de juzgar si debe leer el texto, con la confrontación ética de sumarse o no a la observación. Al respecto de este episodio, Talese se ha preocupado ante nada por la precisión de los hechos, tanto que pretende realizar ajustes a su publicación por algunas inconsistencias de las que no tenía conocimiento, para que sea lo más fiel posible a la realidad. Manifestó al diario The New York Times en su versión en línea: “I am not disavowing the book, and neither is my publisher. If, down the line, there are details to correct in later editions, we’ll do that” (Alter, 2016).

De esta manera, para Talese las entrevistas no sólo se ejecutan con el personaje central del que esté escribiendo, sino también con los que lo rodean, además no ocurren una única vez, puede ser necesario retomar conversaciones, y ello depende del tacto y atención con que se manejan los datos, confidencias e incluso desahogos de las personas. Talese logra convencer a la gente de que hable con él gracias a su forma respetuosa y sincera de dirigirse a ellos; eso unido al manejo del lenguaje con que reconstruye los encuentros de los que nutre sus crónicas, lo ubican como un exponente del periodismo narrativo que tiene siempre en mente un método de exactitud y responsabilidad ante los temas, características que Norman Sims señala como esenciales del periodismo literario.

Al componer su célebre texto Frank Sinatra está resfriado (Talese, 2010), el autor entrevistó a muchas personas e increíblemente nunca a Sinatra. Su pericia consintió en brindar al lector un texto que diera cuenta de las emociones, sentimientos e incluso pensamientos del cantante visto desde la periferia, dicha crónica está escrita en tercera persona, y logra una aproximación siempre externa de Sinatra, como si el narrador rodeara al personaje, todas las descripciones lo ubican en un escenario que se contempla desde afuera.

A juicio de Talese, las características de fidelidad y veracidad necesarias en entrevistas y redacción de los textos, no se favorecen ni con la grabadora, ni con el teléfono, que entorpecen los encuentros; y actualmente se puede hacer extensiva esta reserva a las demás tecnologías que “facilitan” la comunicación. La grabadora hace que el periodista escuche a medias, confiado del registro y pase a transcribir antes que a componer un escrito, una crónica. El teléfono impide el necesario contacto en vivo con el otro: “impide aprender montones de cosas con sólo observar el rostro y la actitud de una persona, por no hablar el ambiente que la rodea” (Talese, 2010, p. 289). Todo esto encaja con lo mencionado anteriormente sobre la agudeza, lucidez y respeto que el periodista literario debe alcanzar al hacer su trabajo, que no sólo consiste en escribir, sino en vivir de alguna forma lo que investiga. Las entrevistas lo acercan al tema de forma primordial.

Al abordar temas sociales, económicos, políticos entre otros, que definen la estructura de la sociedad, el periodismo literario implica también una gran responsabilidad, término que aparece descrito y ejemplificado en un apartado del prólogo de Norman Sims al libro Los periodistas literarios o el arte del reportaje personal (1996), donde se pone en evidencia las implicaciones de la tarea del periodista literario. En su trabajo hay una preocupación por la gente, y al realizarlo con precisión, exactitud y respeto por el dato dicha labor sirve, entre otras cosas, y como se dijo al inicio para el análisis de la sociedad, el periodismo literario tiene “la vocación de indagar en profundidad la condición humana” (López, 2005, p. 28). En Paseando mi cigarro (Talese, 2010), Talese reflexiona desde una crónica escrita en primera persona sobre sí mismo: sobre su hábito de fumar, pero no se queda allí sino que amplía el asunto a los fumadores de New York en general. Examina en unos pocos párrafos fenómenos como la tolerancia, la igualdad de géneros, la salud, el ostracismo social y lo que llama “neopuritanismo y negativismo” (Talese, 2010, p. 301), brindándole al lector un vistazo lúcido de la sociedad contemporánea bajo el pretexto de un cigarro.

El periodismo literario también en un espacio que puede aprovecharse con intereses personales. Talese cuenta en Orígenes de un escritor de no ficción (Talese, 2010), cómo descubrió a muy corta edad el «poder de la prensa», que permite el acceso a lugares, personas, documentos, a conseguir privilegios y descubrir intimidades. Sus constantes indagaciones sobre lugares y gentes lo llevaron a tomar consciencia de los alcances del título de periodista para conseguir información. Es por eso que el autor resalta el compromiso que tienen quienes ejercer dicha profesión para exponer e indicar todos los aspectos de la sociedad, y en especial el tema político, dice en una entrevista para la publicación en línea de El Mundo –periódico español–: “Los periodistas están ahí para ayudar a sus lectores a comprender mejor la realidad y no para tragarse la propaganda del Gobierno” (Suárez, 2014); así la crisis del periodismo, que no da cuenta de todo el contexto y se parcializa. El periodismo literario debe entonces ofrecer una perspectiva distinta de la realidad, que basándose en contextos y datos, presente al lector una mirada renovada de lo que ocurre.

Los acontecimientos que tuvieron lugar en Selma, Alabama, en marzo de 1965, relacionados con el movimiento por la defensa de los derechos civiles, fueron presenciados por Talese en persona, y se constituyen como un episodio en el que se puede ver el poder de la prensa en lo positivo y lo negativo. Por un lado el registro visual de hechos crueles y extremos, como los ocurridos contra personas afroamericanas en Selma, en dicha fecha, fueron transmitidos rápida y constantemente gracias a la televisión, y eso posibilitó que muchas personas conocieran los eventos y se vincularan a las protestas. Pero la superficialidad de una grabación lleva a crear en las personas ideas sin contexto, o en el caso de Selma para estigmatizar una población como racista, cuando dicha situación se vivía en todo el país. Los medios de comunicación pueden en este sentido moldear y dirigir la opinión pública de manera súbita, y en ello pueden influir intereses particulares.

El periodismo escrito, y en especial el narrativo, profundiza en una situación o fenómeno, como se ha venido recalcando; Talese señala al respecto de lo ocurrido en Selma en su libro Vida de un escritor (Talese, 2009), que “los presentadores de televisión y editores de noticias carecían del entrenamiento y la experiencia para hacer una evaluación adecuada y comunicar integralmente, de una manera equilibrada y confiable, los graves eventos del día” (Talese, 2009, p. 245). Mientras más se masifican los canales de comunicación mayor es la responsabilidad de los medios en su labor de informar, y aumenta en gran medida el valor de un trabajo como el que los periodistas literarios hacen, en aras de captar la complejidad de la realidad.

 


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