Resumen
No me gusta hablar de mi vida. Es muy dolorosa. Cuando recuerdo aquello, el sufrimiento que pasé con mi marido y la vez que tuve que irme de esa finca dejando mis pertenencias, me amargo. Tengo 55 años de edad, y trabajo aseando la casa de mi hija. Cuando aquel muchacho decidió entrevistarme me puse nerviosa, como la vez que me declaré desplazada por la violencia en Valledupar. Ese joven moreno y universitario me convenció diciendo que era algo para sus estudios, que yo le servía para pasar lo que él y muchos estudiantes llaman ‘parcial’.Descargas
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