Abstract
Viajé a Bogotá un viernes del año pasado. Antonio me esperó en el aeropuerto y luego me hospedó en el apartamento de Silvia, su hija, mi amiga, en pleno corazón de la capital. Ahí estaba él, otra vez sacándome de apuros. Yo estaría solo por dos días. Quería recorrer el centro, en especial la séptima; caminar esa avenida siempre me gustó y con Antonio me gustaba más. Disfrutaba recorrer cada cuadra y sentir el viento en la cara, sentir el afán de los transeúntes, y ver la mugre y la elegancia en las calles.Downloads
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