Abstract
Cuando en el corregimiento de San Rafael, en Ovejas, Sucre, el ultrasonido no existía todavía, Manuela Gonzales había acertado al decir el sexo de dos varones paridos por Olga Lucía Narváez Márquez. Cuando aún no había quedado ciega, Manuela era la partera del pueblo y solo le bastaba con ver el molde del vientre de las preñadas para no equivocarse en su apreciación. Para saber la posición del feto, la mujer posaba sus manos sobre la barriga abultada y, sin dudar, decía si el pelao’ o la pelá’ estaba de cabeza, de nalgas o cruzao’.Downloads
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