Abstract
«Juanchopolo» ha venido a ser, con los días, remoquete despectivo atizado generalmente a cualquiera que queramos notar de insignificante, incluso despreciable. En alguna ocasión, el juglar fue arrojado violentamente contra el pavimento desde el interior de un restaurante en Paseo de Bolívar. Desautorizar esta actitud paleta, de desconocimiento ante una admirable obra del folclor de América, y vindicar la figura más entrañable e indefensa de nuestra música popular es la intención de estas líneas.Downloads
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