Abstract
El día transcurría sin contratiempos. Con el sol en su cumbre, regresó a mí con intensidad superior ese sentimiento extraño que me despertó en la mañana. Me sentí desesperado, mi cuerpo se enfrió a tal punto que no percibía cambio alguno cuando levantaba la tapa del congelador para despachar el sabor solicitado. Aunque estaba congelado, por mi frente corrían gotas de sudor que se convertían en torrentes cuando alcanzaban el mentón: estaba tan descompuesto en aquel momento que llamé la atención de un cliente, el último del día.Downloads
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